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mayo 29, 2008

Lucha sin pacto

La estrategia de combate a la delincuencia organizada sólo atiende a la parte violenta, no es una estrategia que vaya más allá de una simple limpia de los agentes más perniciosos.
Ernesto Hernández Norzagaray / Noroeste Mazatlan

La estrategia de combate a la delincuencia organizada sólo atiende a la parte violenta, no es una estrategia que vaya más allá de una simple limpia de los agentes más perniciosos. Y ese vacío reclamaría, como ha sucedido en otras latitudes, un acuerdo político.

Quizá el principal descubrimiento de la incursión de las fuerzas federales en Culiacán no ha sido las casas de seguridad de los cárteles de la droga, ni los múltiples jóvenes contratados por el sicariato, menos aún los depósitos de armas y droga en zonas residenciales, como tampoco la vecindad de los narcotraficantes con la sede de los poderes públicos o las fuertes cantidades de dinero que mueven los lavadores del centro de la ciudad, los servicios de telecomunicaciones que prestan a quien paga bien, los moteles que circundan la ciudad y reciben no sólo a parejas amorosas y apasionadas o a quienes necesitan un lugar de resguardo momentáneo; sino seguramente la sorpresa de que todo esto ocurría sin que las autoridades locales se dieran cuenta de lo que cualquier ciudadano sabía que sucedía con sistemática oportunidad.

Por miedo, complicidad o por instrucción superior, estas autoridades no movían un solo dedo. Esa dialéctica singular de ejercicio del poder se ha vivido desde hace mucho tiempo en Sinaloa y determinados territorios, no sólo físicos, sino económicos, sociales, políticos y hasta culturales. En todos ellos parece dominar la máxima balcanizada de que lo que es de Dios es de Dios y lo que es del Papa es del Papa.

Luego entonces, cuando presenciamos las operaciones de las fuerzas federales contra el sector más violento del narco, contra la parte más visible de los circuitos del lavado de dinero como el que ocurre en la Avenida Juárez o los aseguramientos de inmuebles y bienes en colonias, bien colegimos el grado de indefensión en que se encuentra cada uno de los sinaloenses.

Pero también la evidente zozobra ante lo inesperado. Cuando superado este momento de respiro nervioso que puede ser lo mismo unas horas o semanas, se vuelva a lo mismo como lo indican los acontecimientos del pasado jueves negro (Noroeste, 23 de Mayo). Lo hemos visto desde la Operación Cóndor en los años 70, pasando por aquellos fatídicos días de principios de los 90, cuando ante la violencia y la dejadez de las policías, el Ejército, sin decir agua va, tomó posesión de Culiacán y todo esto ocurría mientras el Gobernador Francisco Labastida nadaba en las aguas bermejas del Mar de Cortés.

A eso estamos expuestos los sinaloenses mientras la estrategia de combate a la delincuencia organizada sólo parezca atender a la parte violenta y no sea una estrategia que vaya más allá de una simple limpia de los agentes más perniciosos. Y ese vacío reclamaría, como ha sucedido en otras latitudes, un acuerdo político.

Está claro que este combate desde el punto de vista político es un asunto de especial interés para la Presidencia de la República. En el mejor de los casos del PAN, pero no de todas las fuerzas políticas. Quizá nos encontremos unas ochocolumnas donde alguno que otro actor político se pronuncie en contra del crimen organizado, pero difícilmente vemos un acuerdo político mayor, suscrito por las principales fuerzas con visión de Estado. Aun cuando ir todos y con todo pueda significar la apertura de una caja de Pandora, donde podrían caerse cuotas de legitimidad de los partidos y generarse un problema de gobernabilidad en algunos estados de la República.


Feudalización del narco


La feudalización del narco, entendida ésta como la invasión del dinero sucio en el espacio de la política, de la que tanto han hablado especialistas y periodistas, es una realidad en algunos estados y muchos municipios del País. Ha sido desde hace un buen tiempo un lubricante eficaz que retuerce las funciones de segmentos de las policías locales y hay sospecha de que entronca en el espacio de la política. Sobre todo ahora que los cargos públicos no se ganan con ideas, sino con dinero que no se sabe si es de procedencia buena o mala. Dinero que no únicamente se obtiene del financiamiento público, sino frecuentemente de procedencia desconocida, como ha ocurrido con los gastos excesivos en medios de comunicación, y al menos en las elecciones federales de 2006 hubo 281 mil spots que nunca se sabrá de dónde vino su contratación y quién pago esos servicios mediáticos. No necesariamente proceden del dinero mal habido, pero es difícil pensar que al menos uno de ellos no haya sido pagado con ese dinero.

Es conocido que en condiciones de alta competitividad de las principales ciudades, las candidaturas con mayor potencialidad llegan a tener patrocinios ajenos a la política formal, con lo que se alteran las reglas del juego y se desequilibra la balanza de la justicia electoral. Las todavía insuficientes disposiciones legales y la escasa voluntad de los organismos electorales de ir al fondo en estas cuestiones complican más la situación y como sociedad estamos dejando pendientes que tarde o temprano nos caerán encima. Si no es que ya están aquí. Y eso ensucia el escenario de la competencia interpartidaria y la representación política, y por esta vía la política cae en el descrédito sobre todo cuando estos recursos, además de ilegales, son ostentosos.

No son pocos los ciudadanos que luego de ver esto se preguntan, en los estados donde se han llevado a cabo este tipo de operativos, cómo es que no se abre una línea de investigación sobre la connivencia del narco y la política. Acaso es un infundio de los periodistas. O ésta llega a ser tan sutil que simple y sencillamente sea indirecta, silenciosa.

Pero vamos al punto. Una lucha que busca "acabar" con el crimen organizado, con el matiz que le impone el Presidente de la República, aquella de que quizá esta lucha no concluya en esta administración, pero que sin duda alguna el Estado terminará derrotando a estas fuerzas del mal (El Universal, 20 de Mayo de 2008) no puede prescindir de un pacto político sólido.

Uno similar como el que en su momento ocurrió en la Italia de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borselini a principios de los 90, y aun cuando este pacto y este ejercicio de independencia judicial, del que deberíamos aprender como sociedad, acabó con el estallido de sendos coches bomba que acabaron con la vida de estos hombres ilustres, se logró un golpe severo a la mafia de ese País Mediterráneo con el llamado macroproceso o, más recientemente, la experiencia de los llamados jueces sin rostros que juzgaron a líderes de los cárteles colombianos de la droga y promovieron la salida de los extraditables a las prisiones de alta seguridad de los Estados Unidos. Y es que si no se le detiene, como lo ha dicho Eduardo Valle "El Búho", en una entrevista reciente que tuvo con Carmen Aristegui, el narco puede llegar a las más altas esferas de la política. Y con ello se reeditará esa historia que vimos en el cabildeo de la mafia italiana con los partidos socialistas y democratacristianos; incluso más visible y ostensible, la habilitación de Pablo Escobar como senador de la República de Colombia.

El pacto político

Si Felipe Calderón verdaderamente quiere consolidar esta lucha, debe convocar a ese pacto político, porque simple y sencillamente el narcotráfico se ha vuelto un problema para la gobernabilidad del País. Ya dirán los otros actores si le entran a este ajuste de las políticas que debe modificar la estrategia contra el crimen organizado so riesgo de sacudir a la clase política. Seguramente, ese pronunciamiento tendría muchas críticas y podría ser juzgado de excesivo. Pero sin duda sería en sí mismo una toma de postura ante este factor de inestabilidad. Quizá el Presidente no se decide a hacerlo porque sabe de las resistencias que se encontrará con esa clase política que alguna vez siendo diputado señaló "que le daba asco", pero hay algo más en este tema, que no es solamente de tipo policiaco o militar, sino recordar que cualquier estrategia parte de reconocer de un problema sistémico.

Si el narcotráfico es un sistema de relaciones e intereses, que diversos estudiosos han revelado en toda su complejidad, pues toca la economía por la vía del lavado de dinero sucio en las múltiples inversiones que se realizan en los paraísos fiscales, que en franjas de los estados con mecanismos de control débiles o visiblemente corrompidos. En donde hay un segmento de la clase política dispuesta a servirse de sus apoyos para sus carreras políticas y, donde hay sectores de la sociedad, como alguna vez lo dijo Jesús Aguilar Padilla, Gobernador constitucional de Sinaloa, que manejan una doble moral. Ya que por un lado critican al narco y por otra conviven con ellos. Al margen del exceso de este planteamiento, que no excluye a nadie, es claro que existe en una parte de sociedades como la sinaloense.

Incluso, podríamos afirmar que existe cada día una más vigorosa subcultura de la violencia que se irradia como un flujo maldito entre los jóvenes que se involucran unas veces por imitación, como afirmación de una mal entendida hombría; pero los hay también quienes lo hacen por exclusión y necesidad. Por falta de oportunidades en los eslabones más débiles del sistema social. La primera parte la podemos constatar en los números de asistentes del buscador Youtube, que tiene varias ventanas escatológicas de esas expresiones que lejos se encuentran de los raiting de nuestros mejores exponentes de la cultura sinaloense. Quizá, por eso, serían muy importantes los términos bajo los cuales se podría construir un eventual pacto político, el calendario, la participación de la ciudadanía, la manera de cómo excluir a los sectores de la narcopolítica o, incluso, tomar medidas sin trastocar la estabilidad social. La segunda de ellas se encuentra en cualquier esquina de un barrio pobre o pueblos perdidos en la serranía.

En suma, los mexicanos, pero especialmente sociedades como la sinaloense, requieren de pactos políticos que replanteen una estrategia que por su escaso alcance está destinada a obtener más de lo mismo. A cobrar más víctimas. A no tocar las bases de sustentación de un sistema de relaciones de las que sólo conocemos su expresión más violenta, pero que se encuentra conectada a nuestras vidas.

´¡A la izquierda Andrés Manuel, a la izquierda!´


Ante cientos de mazatlecos, López Obrador levantó los ánimos como orador, y habla del País que hubiera sido México si no le hubieran robado la Presidencia

Héctor Contreras / Noroeste Mazatlan
Casualidad inconsciente con su orientación política, a su llegada y a su salida de la Plazuela República, en el corazón de Mazatlán, Andrés Manuel López Obrador caminó siempre a la izquierda.
A su salida, también el operador de logística, le gritó: "A la izquierda Andrés Manuel, avanza a la izquierda!".
Eran alrededor de las 10:15 horas. López Obrador bajó de una camioneta Tahoe, color gris plata, siendo arropado al momento por sus seguidores, algunos para abrazarlo, otros para pedirle ayuda.
Tan radical como su discurso, los simpatizantes mostraron un ambiente de un fervor tal al ex candidato Presidencial, que las porras, los halagos, y la entrega, hicieron sentir el ambiente de campaña electoral.
"¡Es un honor, estar con Obrador, es un honor estar con Obrador!", coreaban.
Francisco Sánchez, "el hombre orquesta" arribó a la Plazuela República, una hora antes. Con su conga armónica, el cencerro y algún otro instrumento, ha vivido los últimos años con los 100 pesos diarios que obtiene de limosnas en el Centro de la ciudad.
Todos sus instrumentos y su camisa son alusivas al PRD y ahora a la defensa del petróleo.
"La izquierda siempre me ha ayudado, me han pagado el recibo de la luz o del agua y tuve un terreno gracias a la izquierda", dice el músico de más de 80 años de edad y que a sus 12 años vivió el anuncio de la expropiación petrolera.
En la plazuela dos módulos afiliaban a nuevos seguidores brigadistas del movimiento, mientras que a la llegada, el llamado "luchador incansable" es recibido por la multitud con aplausos, flashazos de cámaras, más de una de una decena de reporteros, e incluso un elemento de inteligencia militar infiltrado graba y toma fotos de todo lo que sucede.
López Obrador levantó los ánimos como orador, y habla del País que hubiera sido México si no le hubieran robado la Presidencia: el País tendría ya un gran avance en la construcción de las refinerías que necesita, los adultos mayores tendrían pensión, y no habría estudiantes rechazados de las universidades.

Al terminar un niño se trepa al escenario, junto con López Obrador, pide el micrófono y grita: "La Patria no se vende, la Patria se defiende".
Al término trata de evadir a los medios, rehuye a las preguntas incómodas, aprovecha para asestar otro comentario en contra de Calderón, y sale a las 11:15 horas.
Casi al llegar a la camioneta, lo paran profesores de la UAS para pedirle una foto, y luego le dan a unos niños gemelos para que los abrace y se tome una foto con ellos. El de la derecha se llama Andrés, el de la izquierda Manuel. El que llora es Manuel.

mayo 28, 2008

Asegura que la intención de Calderón es lograr el negocio de su vida privatizando PEMEX

Advierte AMLO sobre reforma

Dayán González / Noroeste / Mochis
El objetivo de la reforma energética es despojar a
La falta de políticas públicas y el interés más allá del bienestar social escondidos en la impunidad y la corrupción de parte del Gobierno federal, son las causas de la crisis económica, política, alimentaria y de inseguridad que vive actualmente el país, acusó Andrés Manuel López Obrador.
No conforme con ello, agregó, todavía el ejecutivo federal Felipe Calderón Hinojosa pretende despojar a los mexicanos de uno de los únicos patrimonios que les queda, PEMEX, con el argumento de modernizarla y lograr su desarrollo a través de la reforma energética.

Lo anterior al reunirse con perredistas del norte del estado en la ciudad, como parte de la gira de trabajo que ha emprendido por toda la República para informar a la ciudadanía sobre el verdadero objetivo que persigue el ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa con dicha reforma.
"Lo que se trata es de entregar la industria petrolera nacional a extranjeros, se trata de entregar la industria petrolera nacional a un grupo minoritario, rapaz, que se quiere apropiar de lo que es de todos los mexicanos", señaló.
El líder perredista resaltó la falta de capacidad que ha mostrado el ejecutivo federal para resolver los problemas coyunturales del país y en contrario su habilidad para envolver a la ciudadanía y hacerle creer que actúa en su favor cuando en realidad trata de despojarlos de su patrimonio.
Alertó a la población sobre la intención de Calderón de legalizar la impunidad, al proponer un consejo de administración en PEMEX donde sus integrantes estén lo suficientemente blindados para que no haya otro "Pemexgate" y puedan hacer lo que quieran sin rendir cuentas.
Asimismo puntualizó que Calderón está queriendo desaparecer los excedentes del petróleo, argumentando que no existen y que por eso se requiere de inversión extranjera, cuando en realidad se tiene un precio histórico en el precio del barril.
Advirtió que aprobar la reforma de Felipe Calderón es muy peligroso ya que lo único que va a traer es más pobreza y por consiguiente mayor inseguridad y violencia.
Al respecto agregó que el ejecutivo federal y su secretario de Gobierno no cuentan con la calidad moral para combatir la delincuencia ya que no han dado un buen ejemplo a seguir a los mexicanos

´Es cuento reforma energética´: AMLO


Lo que se pretende es entregar PEMEX a extranjeros
Dayán González / Noroeste / Mochis
El cuento de que hay petróleo en aguas profundas lo inventó el Gobierno federal para justificar que es necesaria la intervención de empresas extranjeras en PEMEX, pero no se tiene la certeza de que sea real, señaló, Andrés Manuel López Obrador.
Lo anterior al reunirse con perredistas del norte del estado en la ciudad como parte de la gira de trabajo que ha emprendido por toda la República para informar a la ciudadanía sobre el verdadero objetivo que persigue el ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa con la reforma energética.
"Lo que se trata es de entregar la industria petrolera nacional a extranjeros, se trata de entregar la industria petrolera nacional a un grupo minoritario, rapaz que se quiere apropiar de lo que es de todos los mexicanos",
acusó.

El líder perredista alertó a la población para que se percate de que otra de las propuestas maquilladas de Calderón es legalizar la impunidad, al proponer un consejo de administración en PEMEX donde sus integrantes estén lo suficientemente blindados para que no haya otro Pemexgate.
Agregó que este consejo que estaría integrado por 15 consejeros, 10 nombrados por Calderón y 5 del sindicato petrolero y el secretario general Romero de Cham, va a tener facultades para entregar contratos sin licitación.
"Por si fuera poco, se contempla que éstos consejeros tengan seguros y fianzas para que en caso de que cometan irregularidades o actos de corrupción no se les pueda hacer absolutamente nada", destacó.
Ya desde este momentó, dijo, el gobierno de Calderón está queriendo desaparecer los excedentes del petróleo, argumentando que no existen y que por eso se requiere de inversión extranjera, cuando se tiene un precio histórico en el precio del barril.
Detalló que el Congreso de la Unión presupuestó el barril en 45 dólares y en estos momentos se encuentra en un precio superior a los 100, pero no les conviene darlo a conocer porque ya tienen su estrategia definida para que intervengan empresas extranjeras en la refinación del petróleo.
"Si no nos hubieran robado la presidencia no estaría el país como está y ya tendríamos muy avanzadas las tres refinerías que íbamos a hacer con un avance como del 70 por ciento, en vez de entregar la refinación a los extranjeros como plantean ellos", apuntó.
López Obrador advirtió que aprobar la reforma de Felipe Calderón es muy peligroso, ya que lo único que va a traer es más pobreza y por consiguiente mayor inseguridad y violencia.


Incapaz Calderón
de parar delincuencia


Tocando precisamente el tema de la inseguridad, Andrés Manuel López Obrador, consideró que el ejecutivo federal y su secretario de Gobierno no cuentan con la calidad moral para combatirla ya que no han dado un buen ejemplo a seguir a los mexicanos.
"Con que autoridad moral y política va a enfrentar la delincuencia Calderón si él se robó la presidencia de la República, con que calidad moral y política va a enfrentar la delincuencia Mouriño si él es un delincuente confeso", cuestionó.
El autonombrado Presidente legitimo de México, destacó que si sigue habiendo esos ejemplos no se va a poder garantizar la seguridad pública en el país.
Añadió que la falta de estrategias reales de gobierno ha provocado que la delincuencia y la inseguridad se apropien de muchos de los estados del país como es el caso de Sinaloa.
"Y esto no se resuelve únicamente con policías, con el Ejército, con amenazas de mano dura, cárceles y leyes más severas", afirmó.
Por el contrario, expuso, tiene que haber una cambio en las políticas de gobierno, oportunidades para una vida digna y abrir espacios a los jóvenes para que no caigan en la tentación del dinero fácil en la delincuencia.


'Pan con lo mismo
plan alimentario '


Al referirse al plan alimentario presentando por el Presidente de la República Calderón Hinojosa, Andrés Manuel López Obrador descartó que los anuncios de eliminación de aranceles vaya a resolver la crisis alimenticia en el país.
Recalcó que la falta de políticas y el aferrarse a aquellas que se vienen implementando desde hace 25 años es una apuesta más a que se compren los alimentos en el extranjero.
"Lo que se necesita es fortalecer la actividad productiva nacional, apoyar a los productores nacionales, ejidatarios y pequeños propietarios para que seamos autosuficientes en granos básicos y no tengamos que depender del extranjero", indicó.
Asimismo agregó que la acción de comprar fuera los alimentos que se requieren en el país no resuelve el problema porque en el mercado mundial hay una tendencia a la alza de todos los productos.


"Lo que se trata es de entregar la industria petrolera nacional a extranjeros, se trata de entregar la industria petrolera nacional a un grupo minoritario, rapaz que se quiere apropiar de lo que es de todos los mexicanos".

El descaro

Dr. José Alberto Rodríguez Bernal

Sr. Director Editorial

La entrega del petróleo de México a las corporaciones transnacionales, que es el objetivo de las iniciativas del gobierno de facto, como lo aceptan ya con descaro muchos panistas, conduciría a un desastre económico y social sin precedente, si no a una liquidación del Estado nacional y esto apenas algunos lo están comprendiendo.

1. México se halla al borde de la mayor crisis política que haya enfrentado desde la terminación de la fase armada de la Revolución Mexicana, en este segundo año del gobierno de facto de Felipe Calderón, no nada más por el fracaso absoluto de las políticas neoliberales que, entre otras cosas, condujeron al desmantelamiento de organismos públicos y al remate de la mayor parte de las empresas del Estado, produciendo un desastre económico sin parangón en el país (no obstante lo cual, se quiere ahora entregar también la industria petrolera mexicana al capital transnacional), sino también por todo un cúmulo de políticas irracionales llevadas a cabo por el gobierno de facto, que muy difícilmente pueden entenderse sólo como consecuencia de la ineptitud de los panistas.
2. Las últimas iniciativas del gobierno espurio no dejan lugar a dudas, el país está siendo llevado al caos de manera deliberada por una decisión de las fuerzas trasnacionales que lo manejan cada vez más abiertamente y que han encontrado en él a su más dúctil servidor.
3. México está siendo llevado a una situación de caos en su organización política y en su vida social de manera consciente y sistemática, para crear un contexto similar al de Colombia, a fin de hacerlo un espacio fácil para los intereses estadounidenses que buscan apoderarse ya, de manera abierta y sin restricciones, de nuestros inmensos recursos estratégicos. Y se está haciendo por toda una serie de decisiones irracionales que no parecen tener más objeto que el de generar un escenario político y social de desastre, en el que estiman su "patio trasero", conforme al diseño de los teóricos del neoliberalismo que, de Hayek a Friedman, han preconizado devastar socialmente al país al que se le quiere imponer plenamente el modelo neoliberal.
4. Las acciones del Ejército en las ciudades del norte han logrado lo que buscaba Calderón, que era legitimarse en el cargo, ni mucho menos reordenar el mercado en función de los intereses del salinismo y el panismo, pero sí ha logrado su propósito latente y fundamental, el que buscaban los poderes transnacionales de crear un escenario de caos, con miles de muertos, una burocracia gubernamental cada vez más inmersa en la corrupción y un Ejército dividiéndose por las deserciones, pues cada día lucha en las calles contra sus desertores pasados a las filas del narco, hay más desertores y la colombianización se acentúa.
5. La privatización salvaje de la industria petrolera de México, que es el objetivo fundamental e innegable de la propuesta de Calderón, no conduce, además de darles un negocio descomunal a las transnacionales (y a sus cómplices) y a empobrecer al pueblo de México, condenándolo por décadas a la miseria, más que a otro propósito; fortalecer las estructuras de dominación de Washington, debilitando por completo al Estado Mexicano.
6. El modelo neoliberal a lo que tiende es a dejar a los estados nacionales reducidos a un mero territorio de explotación, diezmada a la población por sus políticas genocidas y con un gobierno sin recursos económicos ni políticos, sometidos a los poderes fácticos; y en México la clave para alcanzar ese escenario lo constituye la entrega del petróleo.
7. El inicio de los foros en materia energética, el martes 13 en el Senado de la República, para discutir la contrarreforma petrolera de Felipe Calderón, ha propiciado que algunos ponentes oficialistas insisten en que no es "privatizadora", pero a su lado muchos otros ponentes neoliberales y varios legisladores del PAN, se han descarado y han aceptado que sí lo es, y que a lo que tiende es a darle la vuelta a la Constitución y al marco legal fundamental de México que han vituperado, ya se sabe que con el fin de entregar la explotación, el uso y aprovechamiento de los recursos petroleros de la Nación a corporaciones extranjeras.
8. La pretensión del gobierno de facto de Felipe Calderón de destruir Pemex y entregar la industria petrolera a las multinacionales es de tal manera descabellada y contraria a los intereses de los mexicanos, que no puede entenderse únicamente por el fanatismo ideológico neoliberal de los panistas y de sus aliados priistas, por su odio patológico al Estado y a la legalidad o por la avidez que tienen en el marco de corrupción que han creado por aprovecharse sin límites del proceso privatizador, sino por otras sinrazón, su sumisión al capital trasnacional y al proyecto de éste de desmantelar no al Estado, sino a la Nación.
9. La Cámara de Senadores no tiene, por lo mismo, en términos de ley, más alternativas que la de desechar las cinco iniciativas de Calderón para no forzar a una discusión en el pleno sobre un texto que no oculta que pretende nada menos que crear un régimen de excepción a una nueva industria petrolera en manos de extranjeros, a fin de propiciar la impunidad para los grandes consorcios petroleros, para la explotación sin límites y sin control y al margen de cualquier legalidad constitucional de las riquezas básicas de México, lo que los neoliberales llaman la plena desregulación.
10. Lo contrario sería llevar al país aún más lejos en el escenario de simulación institucional que se ha creado, y en el cual hay dos realidades: las de la ficción normal y la real. Quienes gobiernan deben, empero, entender que ya han tirado demasiado de la cuerda y que el México real y profundo se les está apareciendo, pues con una profunda intuición nacionalista ha entendido que defender su petróleo es una cuestión de supervivencia.

Dr. José Alberto Rodríguez Bernal

Promete AMLO que no privatizarán el petróleo

Roxana Vivanco / noroestee
Andrés Manuel López Obrador estuvo en Culiacán para tomar protesta a brigadistas.

Vamos a ganar la consulta, la votación y no va a haber privatización del petróleo, aseguró Andrés Manuel López Obrador, al visitar la ciudad para tomarle protesta a poco más de 500 brigadistas del Comité Estatal en Defensa del Petróleo.
El autodenominado Presidente Legítimo, anunció que después de los foros y debates que se realizan para impedir que el PRI y PAN en el Senado aprueben en lo oscurito las reformas energéticas planteadas por Felipe Calderón, se convocará a una consulta popular y a una asamblea pacífica el 29 de junio en el Zócalo de la Ciudad de México.
"Están pensando a lo mejor los de las cúpulas del PRI y PAN, que les vamos a ganar los debates, pero que ellos nos van a ganar la votación, pero se van a equivocar, les vamos a ganar los debates, les vamos a ganar la consulta, y no va a haber privatización del petróleo, se los aseguro", aseveró.
AMLO manifestó que el recurso energético es una fuente de ingresos primordial para el país, que aporta 40 centavos de cada peso del presupuesto, y que al año permite una generación de 20 mil millones de dólares en excedentes petroleros, que podrían invertirse en modernizar la industria.
"Si se entrega el petróleo a extranjeros cómo vamos a financiar el desarrollo del país, la educación pública, salud, garantizar el régimen de pensiones para los jubilados, adultos mayores", reiteró.
"Toda esta propaganda mentirosa que están haciendo, lleva el único propósito de engañar al pueblo de México para despojar al pueblo del petróleo".
López Obrador consideró que la violencia en Sinaloa y el país, es producto también de las malas políticas económicas y sociales del Gobierno Federal, así como de la promoción que han hecho los medios de comunicación de un modelo de vida basado en el poder del dinero.
"Si queremos vivir en paz, tenemos que pensar que la paz social es fruto de la justicia, no vamos a resolver los problemas de inseguridad y de violencia nada más con policías y el Ejército, amenaza de mano dura, y con leyes más severas y cárceles, tiene que haber un cambio en la política económica, oportunidades, garantizarse mejores condiciones de vida y de trabajo, realmente educación para todos", señaló.

mayo 26, 2008

el Prsidente Legitimo de los mexicanos en Sinaloa

URGENTE
Recomponer la defensa del petróleo en Sinaloa.
Asi como esta el "movimiento" es para que no se mueva, para que nada pase y solo se generen actos testimoniales.
Urgentemente se necesita una reconsideracion.
en fin...
te invitamos a que participes en la visita de Andres Manuel Lopez Obrador a Sinaloa


MARTES 27 DE MAYO DE 2008

10:00 horas Reunión con brigadistas de Los Mochis, Sinaloa
12:00 horas Reunión con brigadistas de Guasave, Sinaloa
17:00 horas Reunión con brigadistas de Culiacán, Sinaloa


MIÉRCOLES 28 DE MAYO DE 2008

10:00 horas Reunión con brigadistas de Mazatlán, Sinaloa
16:00 horas Reunión con brigadistas de Tepic, Nayarit

La expropiación de la industria petrolera

Gonzalo Martínez Corbalá/ I / Publicado en La Jornada
gtoribio@prodigy.net.mx
Cerca ya de conmemorar los dos siglos de distancia histórica de la Independencia y a uno de la Revolución Mexicana, conviene darle una ojeada a la historia de la expropiación petrolera, a lo que la hizo posible, a los obstáculos que se interpusieron para que ese hombre de gran visión que fue el general Lázaro Cárdenas la llevara a cabo, y luego también a las circunstancias que exigieron su realización, planteándose en 1938 la disyuntiva histórica de mantener la subordinación política a las grandes potencias industriales de entonces o de hacer realidad de una vez por todas los objetivos que se planteó la Independencia de 1810, así como cristalizar los compromisos sociales de la gesta revolucionaria de 1910 a 1917, fecha en que se concretan en la Constitución de Querétaro los anhelos que el pueblo en armas exigía después de que había corrido la sangre de millón y medio de compatriotas sobre suelo mexicano.

México no hacía otra cosa en 1938 que seguir los cauces normales por los que otros pueblos del mundo habrían de seguir, y por los que finalmente todos los países sometidos a un régimen colonial seguirían con el tiempo.
Se presentaban con mucha claridad dos fenómenos políticos, sociales y económicos que han convergido en diversas partes del mundo, forjando cauces libertarios desde entonces y hasta ahora ininterrumpidamente, tratándose de conciliar el derecho a la libre autodeterminación con la interdependencia entre las naciones. Este fenómeno histórico tan complejo ha marcado de muchas maneras y en diferentes medidas, los cauces por los que se han canalizado las luchas libertarias en todo el planeta, y México, como es natural, no ha podido sustraerse a esta tendencia del proceso evolutivo de todo el mundo.
A fines del siglo XIX y principios del XX empezó a considerarse la importancia del petróleo en su uso como fuente de energía en la industria en general, y muy especialmente en los ferrocarriles y en los barcos, y aun cuando hubo algunos intentos previos llevados a cabo por mexicanos para establecer la explotación de los yacimientos descubiertos en el sur de Veracruz, en Tabasco y en el istmo de Tehuantepec, no tuvieron éxito y fueron los extranjeros Edward Doheny y Weetman Pearson quienes lograron establecer las primeras explotaciones a gran escala al amparo del Código Minero de 1884, y las leyes de 1892 y 1901.
El Código Minero de 1884 vino a terminar con el principio del dominio del subsuelo expresado terminantemente en las ordenanzas de Aranjuez, publicadas por Carlos III el 22 de mayo de 1783, que fueron la primera legislación minera dictada para México, habiendo estado vigente precisamente hasta 1884, pues los gobiernos del México independiente adoptaron también esta legislación que, dicho sea de paso, en 1938 habría de ser la fundamentación de casi todos los alegatos jurídicos que se llevaron a cabo contra la expropiación petrolera y sobre la propiedad del subsuelo.
Toca en suerte al régimen de Porfirio Díaz sentar las bases de los orígenes de la industria petrolera, y lo hizo renunciando al principio del ejercicio de soberanía, dando en propiedad el subsuelo a los superficiarios, concediendo exenciones de impuestos para la importación de los equipos necesarios, así como para la exportación de petróleo y con toda clase de complacencias para con las compañías extranjeras.
El Estado no percibía entonces ningún beneficio con las explotaciones que se iniciaron a principios del siglo XX, concediendo a favor de las compañías extranjeras una especie de extraterritorialidad. Socialmente, el país tampoco recibía beneficio alguno, ya que los convenios de trabajo impuestos a los obreros propiamente eran de servidumbre.
Así pues, Díaz sentó bases firmes sobre las que posteriormente habría de nacer un gran imperio económico extranjero que debía de ser quizás el mayor problema que tuvo el país para realizar su emancipación política y económica, constituyéndose como un Estado dentro del Estado, con un poderío económico y político al que ni siquiera la lucha armada revolucionaria había afectado, pues durante todo este periodo habían sido sostenidas por las fuerzas militares bajo el mando del general Peláez, que las protegió en sus bienes y personas.
Tenían también a su servicio las tristemente célebres guardias blancas, de las que se valían para manejar a los empleados mexicanos a punta de bayoneta, y para conservar la autoridad de hecho sobre las extensas zonas que dominaban, y llegaban incluso a controlar los caminos de las zonas petroleras, por los que solamente podían transitar personas gratas a ellas.
Pronto se planteó el problema serio de orden internacional, motivado por las compañías petroleras. El presidente Madero creó el primer impuesto llamado “del timbre” para gravar la producción del petróleo en tres centavos por barril.
En 1911, el embajador estadunidense Henry Lane Wilson se quejó ante el gobierno –en nombre de las compañías– de que el impuesto resultaba demasiado alto. Así quedaba establecida la costumbre que había de acarrear muchos y muy grandes problemas al país: la intervención diplomática para proteger los intereses de extranjeros, y que desde ese momento el gobierno mexicano no podría ejercer libremente actos elementales de soberanía nacional sin encontrarse con las limitaciones que los gobiernos extranjeros le impondrían, las cuales en muchos casos debían ser definitivas y terminantes, como veremos más adelante a consecuencia del fuerte grado de dependencia que subyacía en nuestras relaciones con otros países.
En junio de 1912 se volvió a expedir otro decreto aumentando los impuestos, y en septiembre del mismo año el embajador Wilson envió la siguiente nota al secretario de Relaciones Exteriores de México:
“El gobierno de Estados Unidos desea hacer saber al presente gobierno de México que con la consiguiente sorpresa y natural recelo ha sido informado de ciertas partes… al parecer influidas por la avaricia y por la mal querencia a las empresas estadunidenses a consecuencia de su nacionalidad, están… persiguiendo y robando a dichas empresas en cada oportunidad favorable que se les presenta. La Associated Press ha sido molestada repetidas veces por las innecesarias y enojosas restricciones de las cuales no puede hacerse completamente responsable al gobierno… Las empresas petroleras norteamericanas de la región de Tampico presentan pruebas indudables de que están siendo gravadas con impuestos casi insoportables… El gobierno de Estados Unidos se ve obligado a insistir en que cese inmediatamente esta persecución que prácticamente equivale a la confiscación, y espera recibir del gobierno mexicano la seguridad inmediata de que pronto se hará esto”
II
El artículo de la entrega anterior (La Jornada, 31/3/08) recoge la nota de septiembre de 1912 que el embajador Henry Lane Wilson envió al secretario de Relaciones Exteriores de México, en la que al final señala que “Estados Unidos se ve obligado a insistir en que cese inmediatamente esta persecución (se refiere a los impuestos por decreto de junio de 1912) que prácticamente equivale a confiscación, y espera recibir del gobierno mexicano la seguridad inmediata de que pronto se hará esto”.
El embajador llegó a amenazar al presidente Francisco I. Madero con el desembarco de marinos estadunidenses en suelo mexicano, cosa que éste informó al presidente William Taft en telegrama del 15 de febrero de 1913.
En esa época, la deuda exterior del gobierno mexicano fue también un serio problema que daba a los gobiernos acreedores una condición de preponderancia muy especial; en el informe que el presidente Venustiano Carranza daba a la Cámara de Diputados en 1919 estimaba ésta en 949 millones 276 mil 26 dólares con 78 centavos, cifra que los observadores consideraban tosca y baja.
Los principales conceptos que originaron la deuda fueron: empréstitos para la construcción de ferrocarriles, ocupación de éstos y de otras empresas de servicios públicos durante el movimiento armado; reclamaciones de daños causados en el mismo periodo, y adeudos a los bancos por incautación de reservas metálicas.
Alguna vez se condicionó el reconocimiento del gobierno de Carranza a que éste aceptara la ayuda de Francia, Inglaterra y Estados Unidos para resolver sus problemas financieros internacionales.
Los ingresos del gobierno mexicano, por otra parte, habían descendido notablemente a consecuencia del movimiento armado y de los nuevos conceptos que sobre la propiedad privada habían sido expresados ya por los dirigentes de la revolución. El presidente Carranza intentó en 1917 recaudar un impuesto especial para la producción de petróleo crudo y sus derivados, así como para los pozos de gas. La recaudación tuvo poco éxito debido a la negativa de las compañías para cumplir con los decretos correspondientes, y en enero de 1918 el presidente fue autorizado para ocupar los yacimientos militarmente, pero las protestas de Estados Unidos e Inglaterra lo obligaron a cancelar las órdenes respectivas. Un mes más tarde, Carranza expide el primer decreto reglamentando el artículo 27 de la Constitución.
Dice al respecto Merril Rippy en su bien documentado estudio El petróleo y la Revolución Mexicana: “el artículo 27 había de convertirse a partir de entonces, y durante toda una generación, en punto focal alrededor del cual lucharon, no siempre en la sala de los tribunales de justicia, las opiniones contrapuestas del gobierno y de los intereses económicos”. El artículo 27, uno de los más trascendentes de la Constitución de 1917, tenía gran tradición histórica y arraigo en el país; desde la primera legislación minera, dictada especialmente para México, las Ordenanzas del Tribunal General de la Minería de la Nueva España, en el título 5º, artículo 1º, se dice: “las minas son propiedad de mi Real Corona, así por su naturaleza y origen, como su reunión dispuesta en la Ley 4, título 13, libro 6º de la nueva recopilación”. Dice más adelante: “sin separarlas de mi Real Patrimonio, las concedo a mis vasallos en propiedad y posesión”, y en el párrafo 22, habla también de que quedan comprendidos “los vitúmenes con jugos de la tierra”, refiriéndose sin duda alguna al petróleo.
Parece mentira que esta legislación y la del mismo Maximiliano de Habsburgo, durante la dominación francesa, fueran más favorables para la nación que la que el régimen de Porfirio Díaz implantó a partir del Código de 1884, a través de El Manco González.
Otros sistemas jurídicos, como los de Puerto Rico y de las Filipinas, después de ser adquiridos por Estados Unidos, entregaron a la nación la propiedad sobre tierras y aguas y, sin embargo, en 1916, el New York Times publicó: “los inversionistas estadunidenses, cuyas propiedades valen de 3 a 4 mil millones de dólares, deberán ser protegidos mediante la intervención o anexión de México”.
Ahora bien, aun cuando la promulgación misma del artículo 27 causó una violenta reacción entre los intereses afectados, no solamente de los extranjeros, sino aun de muchos compatriotas conservadores, quizás la posibilidad de su aplicación retroactiva ha sido más debatida todavía, recurriendo a virtuosismos jurídicos interminables. Sin embargo, la tesis más comúnmente aceptada es que cuando la ley es de interés público se admite el principio de retroactividad. Se acepta también que, especialmente las constituciones producto de una revolución, han de ser necesariamente retroactivas, ya que éstas se crean precisamente para enmendar una situación jurídica que no interpreta el sentir y las necesidades del pueblo que se gobierna. De nada o de muy poco serviría escribir una nueva Constitución si no fuera a modificar las situaciones creadas por la anterior que, como queda dicho más arriba, fijaron las condiciones para generar una Revolución.
Ante el cúmulo de reclamaciones que diversos gobiernos formulaban en favor de sus súbditos, el de México se defendió con una muy importante tesis, estipulando que los extranjeros debían reconocer a los tribunales mexicanos y no formular reclamaciones diplomáticas de sus gobiernos, quedando así en igualdad de condiciones con el tratamiento que reciben los mexicanos residentes en el extranjero.
El 19 de febrero de 1918 se hizo la primera tentativa para hacer cumplir el artículo 27, gravando esta vez con impuestos los contratos sobre tierras y petróleo. Nuevamente no se hicieron esperar las protestas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y también se presentó la negativa de las compañías a aceptar el cumplimiento de los decretos. El gobierno mexicano se vio obligado, una vez más, a ser benevolente con las compañías.
Las experiencias correspondientes demostraron que en nuestro país los problemas de relaciones internacionales eran directamente proporcionales al monto de los impuestos de las compañías extranjeras.
El presidente Carranza expresaba ante el Congreso de la Unión el primero de septiembre de 1918: “todos los países son iguales; deben respetar mutua y escrupulosamente sus leyes, sus instituciones y su soberanía. Ningún país debe intervenir en ninguna forma, y por ningún motivo en los asuntos interiores de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones al principio universal de no intervención”.
III
Del artículo anterior (La Jornada, 14/4/08) se citan las palabras del presidente Carranza ante el Congreso de la Unión el 10 de septiembre de 1918: “todos los países son iguales, deben respetar mutua y escrupulosamente sus leyes, sus instituciones y su soberanía. Ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones al principio universal de no intervención”.
En 1920 dio inicio el periodo presidencial del presidente Álvaro Obregón, a quien se reconoce como el unificador de todas las fuerzas del México revolucionario; como a un hombre de un ideal político social avanzado y gran impulsor de la reforma agraria; pero desafortunadamente, en materia de política internacional, las circunstancias le impidieron defender nuestra soberanía nacional, pues a cambio del reconocimiento de Estados Unidos a su gobierno cedió en la lucha de México por el dominio del subsuelo, así como por la aplicación retroactiva del artículo 27 en los llamados convenios de Bucareli, celebrados entre dos representantes particulares del presidente estadunidense y dos del propio Obregón, mismos que, dicho sea de paso, no estaban de ninguna manera facultados legalmente para comprometer al gobierno de México.
Se ha afirmado que si las compañías petroleras de Doheny no hubieran hecho un préstamo de 5 millones de dólares como adelanto de los impuestos que habían de pagar en 1925, quizás la rebelión de Adolfo de la Huerta no hubiera podido ser dominada por Obregón como lo hizo.
Después de las fallidas tentativas para aplicar el artículo 27 durante el régimen de Obregón, bajo el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles en 1925 se hizo un tercer esfuerzo y después de algunos tanteos del gobierno de Estados Unidos para hacer desistir al de México de presentar al Congreso la iniciativa para promulgar la primera Ley del Petróleo de México, el 26 de diciembre de 1925 fue aprobada finalmente. Este hecho, agregado a la nueva política exterior del general Calles, muy destacadamente al entendimiento diplomático con la URSS, y en lo interno en materia religiosa, desataron en el vecino país una enérgica campaña de prensa negativa contra México.
La mencionada ley prohibía a las sociedades de extranjeros la adquisición de bienes raíces, limitaba la magnitud de las concesiones y declaraba de utilidad pública la industria del petróleo. Daba además un plazo de un año para confirmar los derechos de las concesiones.
El presidente Calles anunció en 1927 la decisión de expropiar los terrenos petrolíferos, pero no pudo finalmente llevarla a cabo. En septiembre del mismo año, Calles informaba en su mensaje al Congreso que había una grave tirantez con el gobierno estadunidense.
Las compañías habían logrado que el embajador James Rockwell Sheffield influyera sobre el secretario de Estado, Frank B. Kellogg, para precipitar una intervención armada y, ya cuando el gobierno de México había confirmado las noticias que había venido publicando la prensa estadunidense acerca de que ya se habían girado órdenes para que los barcos de su escuadra se movilizaran hacia los puertos de Tampico, Tuxpan y Veracruz, el presidente Calles, en un golpe de audacia descubría vía telegráfica ante el presidente Coolidge la maniobra de Kellogg y Sheffield, logrando detener por el momento la intervención armada.
Más tarde el presidente Calles transigía ante las gestiones del nuevo embajador, señor Morrow, dejando firme la posición del gobierno mexicano de que la propiedad del subsuelo pertenece a la nación.
En 1934, cuando aceptó su candidatura a la Presidencia de la República, el general Lázaro Cárdenas dijo: “consecuentemente declaro sin subterfugios que asumiré toda la responsabilidad oficial del gobierno si llego a presidirlo… Lo esencial para que puedan realizarse en su integridad los postulados sociales, de la Constitución General de la República, y las fórmulas de coordinación social contenidas en el programa de gobierno de Partido Nacional Revolucionario… consiste en que se verifique una plena interpretación revolucionaria de las leyes, por hombres que sinceramente sientan la revolución… En estos momentos de crisis, en que el derecho internacional se verá obligado a tomar orientaciones más definidas, de acuerdo con la dignidad de las naciones, es necesario que se cultiven nuestras relaciones internacionales sobre la base del afianzamiento de lazos estrechos y generosos, ya se trate de pueblos a los que nos liguen intereses de sangre y de raza o de pueblos a los cuales nos unen intereses económicos y comerciales, pues bajo estos lineamientos estaremos siempre capacitados para asumir actitudes claras que no menoscaben la dignidad nacional ni nos obliguen a falsear el espíritu de evolución social”.
En este año de 1934 durante su campaña, el general Cárdenas, pidió a los obreros obligarlo a él mismo, o a cualquier otro ciudadano que ocupara el poder, a satisfacer las necesidades del pueblo. En 1936 se estructuraba la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organización que incluía a los grandes sindicatos industriales, de ferrocarriles, minería, energía eléctrica, petróleo, imprentas, ingenios, talleres, artesanos, maestros y trabajadores independientes. La CTM contaba en 1938 con 600 mil afiliados, de los cuales 15 mil prestaban sus servicios en las industrias petroleras.
En el informe anual del primero de septiembre de 1935 el general Cárdenas dijo: “la aplicación de la Ley del Petróleo de 1925, en lo que a concesiones ordinarias se refiere, ha demostrado no responder debidamente al principio fundamental del artículo 27 constitucional. En efecto, permite la incorporación de enormes extensiones de terreno sin trabajarse”. En el mismo año, el gobierno hacía notar que, mientras los impuestos en México eran de 1.82 pesos por barril de petróleo, en Estados Unidos ascendían a 4.10 pesos por barril y que las regalías que pagaban eran tres o cuatro veces más altas en ese país que en el nuestro.
Mientras tanto, en Estados Unidos había sido relecto presidente Franklin Delano Roosevelt, quien en 1933, durante la séptima Conferencia Panamericana de Montevideo, Uruguay, había anunciado la adopción de la política del “buen vecino” y en la Conferencia de Buenos Aires, celebrada tres años después, buscando reforzar la unidad interamericana ante la posibilidad de la guerra, refrendó el deseo estadunidense de adoptar el principio de no intervención, desechando la interpretación unilateral de la doctrina Monroe.
IV
En la entrega pasada (La Jornada 28-abril-2008) se hace mención de las circunstancias en que fue relecto el presidente Franklin D. Roosevelt, en Estados Unidos, quien en la séptima Conferencia Panamericana en Montevideo, Uruguay, en 1933, había anunciado la adopción de la política del Buen Vecino, y de cómo en la Conferencia de Buenos Aires, tres años después, se hizo notar que buscaba reforzar la unidad interamericana ante la posibilidad de que la guerra se generalizara y que Estados Unidos se viera obligado a participar en ella de una manera directa, en favor de los Aliados.
En estas condiciones, había llegado a la primera magistratura de México un hombre intransigentemente patriota y con un extraordinario cariño y comprensión para el pueblo, que habiendo pagado con su sangre y la de sus hijos el precio para obtener, ya no digamos reformas sociales avanzadas, sino el libre ejercicio y el disfrute de los más elementales derechos humanos, no había obtenido en realidad todavía ni la tierra por la que Zapata dio su vida, ni la protección de los obreros que los constituyentes de 1917 consignaron en una carta fundamental, que podía ser el orgullo de cualquier nación civilizada del mundo. Por otra parte, el general Cárdenas había sido jefe militar en las zonas petroleras de Veracruz y del istmo, y más de una vez tuvo que intervenir en defensa de las vidas de los habitantes del lugar, amenazados por las guardias blancas de las compañías petroleras, donde éstas habían establecido una ínsula, que se regía por la fuerza como único derecho, cosa que en sus países de origen nunca se hubieran atrevido a intentar hacerlo, pues es de sobra sabido que los pueblos inglés y estadunidense son amantes del orden y del respeto de la ley.
A propósito del Plan Sexenal que el presidente Cárdenas había adoptado para su gobierno dice Merrill Rippy: “la subordinación al Plan Sexenal era un esfuerzo encaminado a mejorar económicamente la posición semicolonial del país y a proteger sus recursos contra la explotación indebida”. Ésta es la opinión imparcial y objetiva de un ciudadano estadunidense becado por la Universidad de Texas para llevar a cabo estudios en nuestro país, del cual resultó su importante análisis, que ya mencionamos antes, sobre el petróleo mexicano, en el cual nos revela también, entre otros datos muy interesantes, que en 1918 se exportó 81 por ciento de la producción de petróleo, y en 1922 el 99 por ciento. En el periodo de 1914 a 1922 la producción aumentó siete veces, pero el petróleo exportado fue 10 veces mayor. Es decir, que, como se afirmó antes, la industria estaba planeada para abastecer a otros países y no las necesidades del nuestro, imposibilitando de esta manera la creación y el impulso de la industria nacional.
En 1936, el Sindicato de Obreros Petroleros, de reciente creación, presentó una demanda de aumento de salarios y prestaciones a las empresas, misma que, no obstante la intervención del gobierno y la del Presidente de la República en persona, no pudo resolverse debido a diferentes factores que hicieron cada vez más lejana la posibilidad de una transacción. Los obreros reclamaban aproximadamente 70 millones de pesos, y las compañías ofrecían un máximo de 14 millones.
En esas circunstancias el problema se planteó ante la junta de Conciliación y Arbitraje como “conflicto de orden económico”, término que legalmente se usa para señalar el caso en que las empresas declaran incapacidad económica para pagar el monto de las reclamaciones de los obreros. De acuerdo con la ley, se designaron tres peritos para presentar a la junta en un plazo de 30 días un informe del estado financiero de las empresas y un dictamen con su proposición para la solución del conflicto.
Los peritos designados fueron: don Efraín Buenrostro, subsecretario de Hacienda y Crédito Público; el ingeniero Mariano Moctezuma, secretario de la Economía Nacional, y don Jesús Silva Herzog, consejero de la Secretaría de Hacienda, personas todas de indiscutible solvencia moral. Éstos formaron un equipo de treinta o cuarenta técnicos y contadores que se abocaron al estudio del caso.
El dictamen final fue favorable en su mayor parte a las demandas de los obreros y finalmente, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje falló en favor de éstos, condenando a las compañías a pagar 26 millones de pesos. Cifra mucho menor que la que exigían los trabajadores, pero un poco mayor de la que las empresas ofrecían, ajustándose así al punto 40 del dictamen pericial mencionado, que dice: “las compañías petroleras demandadas han obtenido en los tres últimos años (1934-1936) utilidades muy considerables: su situación financiera debe calificarse de extraordinariamente bonancible y, en consecuencia, puede asegurarse, que, sin perjuicio alguno para su situación presente ni futura tampoco, por lo menos durante los próximo años, están perfectamente capacitadas para acceder a las demandas del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana hasta por una suma anual de alrededor de 26 millones de pesos”.
Las compañías se negaban a acatar el laudo y protestaron, argumentando que los peritos habían cometido muchos errores en su estudio, e hicieron llegar su protesta ante el propio presidente Cárdenas, quien las llamó a su despacho para oír directamente sus quejas el 2 de septiembre de 1937. En esa reunión hubo un incidente curioso: el gerente de la compañía El Águila rechazó enérgicamente la opinión de los peritos de que era una subsidiaria de la Royal Duch/Shell, y de que estaba vendiendo a precios más bajos que los del mercado a El Águila de Canadá. El señor Silva Herzog, como única respuesta, leyó un periódico financiero londinense que decía: “informe anual de la asamblea de accionistas de Royal Duch/Shell: nuestra subsidiaria la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila ha realizado durante el año que se comenta buenas utilidades en México, pero hemos resuelto organizar en Canadá la Compañía El Águila que, siendo canadiense, se evitarían las dificultades y las molestias derivadas del pago de múltiples y elevados impuestos. Los accionistas no tendrán pérdida alguna, pues las acciones de 10 pesos las vamos a dividir en acciones de cuatro pesos las de El Águila de México y seis pesos las de Canadá”.
Habiendo fracasado en todas sus gestiones, las empresas se acogieron al recurso legal del amparo, apelando ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La Corte no las amparó y ratificó el laudo de la junta, y las empresas, por su parte, se negaron a acatar la decisión del tribunal más alto de la nación.
V y último
En la entrega anterior (La Jornada, 12/05/2008) se llegó hasta el punto en que habiendo negado la Suprema Corte de Justicia de la Nación el amparo promovido por las empresas y ratificado el laudo de la junta, las empresas por su parte se negaron a acatar la decisión del tribunal más alto de la nación.
A principios de marzo de 1938, el presidente Cárdenas había mandado a don Jesús Silva Herzog a Washington, a avisar al embajador mexicano Ignacio Castillo Nájera que el conflicto obrero en México podría seguir por dos caminos: la intervención en las compañías o la expropiación de las mismas. Cuando Silva Herzog, que había llegado a la casa de Castillo en la madrugada y lo encontró todavía en la cama, le dijo la posibilidad de intervención, contestó que él podría manejar con mayor o menor dificultad el asunto allí en Washington. Pero cuando le habló de la posibilidad de una expropiación de los bienes de las petroleras, dio un salto en la cama y, soltando una interjección muy mexicana, dijo: “esto quiere decir cañonazos en Veracruz”.
El general Cárdenas el 9 de marzo, en gira por Morelos, al regresar del ingenio de Zacatepec, paró la comitiva a las 21 horas en la desviación del camino que va a Palmira y dice en sus apuntes: “Llamé fuera del auto al general Francisco Mújica, secretario de Comunicaciones, y le hice conocer mi decisión de decretar la expropiación de los bienes de las compañías petroleras si éstas se negaban a obedecer el fallo de la Corte” […]. “Nos detuvimos en la carretera, en las cercanías de Cuernavaca entre los kilómetros 79 y 80, y con el general Mújica caminamos hacia Palmira platicando más de una hora […]. Conocedor el general Mújica de la conducta de las empresas petroleras por juicios que se han seguido contra las citadas empresas, y en los que él ha intervenido, y por los procedimientos y atropellos cometidos por los empleados y por las propias empresas, y que presenció cuando me acompañó en los años que estuve al frente de la Zona Militar de la Huasteca Veracruzana; y reconociendo en él sus convicciones sociales, su sensibilidad y patriotismo, le di el encargo de formular un proyecto de manifiesto de la nación explicando el acto que realiza el gobierno y pidiendo el apoyo del pueblo en general, por tratarse de una resolución que dignifica a México en su soberanía y contribuye a su desarrollo económico” (Obras de Lázaro Cárdenas, I. Apuntes 1913-1940).
Finalmente y entre la actitud de intransigencia de las petroleras, a las 10 de la noche del 18 de marzo de 1938 el presidente Cárdenas se dirigió por radio a la nación, anunciando la expropiación de las compañías afectadas por el conflicto que se refiere.
En el manifiesto: “Es evidente que el problema que las compañías petroleras plantean al Poder Ejecutivo de la nación, no es un simple caso de ejecución de sentencia, sino una situación definitiva que debe resolverse con urgencia. Es la misma soberanía de la nación la que quedaría expuesta a simples maniobras de capital extranjero”.
Se trataba de una decisión que no pudo verse realizada antes de ese momento; ya hemos mencionado que hubo alguna tímida tentativa de gobiernos anteriores, y no pudo haberse tomado tampoco ni siquiera un día después. Los acontecimientos que siguieron lo demostraron.
Vinieron días muy difíciles en los que los obreros se hicieron cargo de la gran responsabilidad que a ellos tocaba y sostuvieron la industria en marcha; el bloqueo comercial decretado por Inglaterra, Estados Unidos y Holanda en todo el mundo impidió vender los excedentes de la producción de petróleo.
Se iniciaron las negociaciones para el pago de los bienes de las compañías que presentaron innumerables problemas. El 29 de julio de 1939, el presidente Cárdenas tuvo que dirigirse personalmente al presidente Franklin D. Roosevelt, haciendo ver la actitud intransigente de las petroleras, las que con anticipación anunciaron públicamente, como condiciones irrenunciables, la devolución de las propiedades, que serían administradas por ellas de manera exclusiva en un plazo calculado previamente como el necesario para el agotamiento total de los yacimientos, diciendo en un párrafo de la carta que: “pasar sobre las leyes concediendo a la industria petrolera una situación privilegiada otorgándole un estado especial en materia de trabajo, y haciendo lo propio por lo que se refiere a los impuestos significaría la subordinación del poder público a las empresas particulares…; tendencia contra la cual ha luchado vuestra excelencia denodadamente en su país”.
Roosevelt contestaba en agosto del mismo año, reconociendo el derecho del gobierno mexicano a expropiar bienes, aunque insistiendo en hacer ver que conforme al derecho internacional, el procedimiento exige como parte integral para su ejecución el pago de una justa y adecuada compensación.
Castillo Nájera, quien jugó un importante papel en el proceso expropiatorio, nos dice: “el 19 de noviembre de 1941, se firmaron los arreglos que son bien conocidos y que cierran un ciclo secular en que las dificultades se presentaron casi diariamente y que en más de una ocasión nos hizo temer por la suerte de la patria”.
No obstante que la idea de la nacionalización llevada a cabo en 1939 era precisamente poner la industria petrolera al servicio del pueblo a través del Estado, el 3 de mayo de 1941 se expidió la Ley Reglamentaria que estuvo en vigor hasta noviembre de 1958, la cual permitía al gobierno celebrar contratos con particulares o sociedades para la explotación, y a la Secretaría de Economía, para otorgar concesiones para refinación, transporte, almacenamiento y distribución, así como para la elaboración y distribución de gas.
Esta ley era contraria en su esencia a la de la reforma constitucional al artículo 27 en 1939, y durante 1958 el presidente Adolfo Ruiz Cortines envió al Congreso la iniciativa de ley reglamentaria que habría de sustituir a la anterior, dándole nuevamente el carácter nacionalista y reivindicatorio que animó a Cárdenas en los dos momentos estelares de la expropiación: el 18 de marzo de 1938, con la expropiación misma de los bienes de las empresas petroleras, y la nacionalización del subsuelo realizada con la modificación del párrafo sexto del artículo 27 constitucional en 1939.

EL CONTROL DEL PETRÓLEO

"El mundo se divide en tres categorías de personas: un pequeñísimo número que hace producir los acontecimientos; un grupo un poco más importante que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá lo que en realidad ha acontecido."

Nicholas Murray Butler. Miembro del Council on Foreign Relations.

El petróleo no es precisamente un tema cuyo análisis despierte la pasión de multitudes. Generalmente, se entiende que es un tema para especialistas, demasiado técnico, con aristas muy económicas. Por esta causa, la relativamente poca cantidad de material bibliográfico que surge acerca del mercado energético mundial suele ser desechada aun por el público más ávido de información, debido a la aridez del tema. Quizá, cuando concluya este capítulo, comience a ser muy diferente la visión del lector en esta materia.

Una cosa de la que no tomamos adecuada conciencia es que la vida entera podría ser analizada desde un punto de vista de transformación de la energía. Cuando comemos, o nos vestimos, o desarrollamos cualquier actividad diaria, no estamos haciendo otra cosa que procesar energía. La inteligencia del hombre ha sido capaz de generar asombros científicos incomparables: se ha llegado a la fórmula y la posible manipulación del genoma humano, hace más de tres décadas se llegó a la Luna, nos podemos comunicar en forma instantánea con alguien en otra parte del planeta prácticamente sin costo, y se puede dar la vuelta al mundo en horas cuando hasta hace un par de siglos demandaba meses. A pesar de todo este enorme progreso, la energía con la cual nos movemos, y movemos todos los bienes, es básicamente la misma que se usaba hace un siglo y medio, es un recurso no renovable, escaso, contaminante y que ha ocasionado terribles guerras, varias de ellas recientes.

¿No ha sido el hombre capaz de crear un sustituto? Dos grandes firmas automotrices están haciendo ensayos preliminares para que el combustible de sus automóviles sea el hidrógeno. De todas maneras, se trata de algo aún muy incierto en el tiempo y con escasa o nula programación estatal en la materia. O sea, no hay planes gubernamentales importantes para fomentar que el petróleo sea reemplazado por un recurso energético renovable. A mediados del 2003, tras la guerra con Irak, George W. Bush continúa dilatando la decisión acerca de la licitación entre universidades norteamericanas para estudiar en forma hipotética cómo desarrollar la tecnología del hidrógeno. Por lo tanto, si han sido creados sustitutos de los hidrocarburos fósiles, con buenos resultados, permanecen en el anonimato. No es nada improbable que los enormes intereses que hay detrás del oligopolio mundial petrolero hayan provocado su silenciamiento. Cuando hablamos de monopolio u oligopolio mundial petrolero debemos referirnos ineludiblemente a las empresas derivadas de la antigua Standard Oil, compañía creada luego de la guerra civil norteamericana por el ya mencionado John D. Rockefeller I.

Haciendo un poco de historia

Rockefeller, en muy poco tiempo, se transformó en un tácito monopolista de la industria petrolera norteamericana. Llegó a concentrar en sus manos el 95% de la exploración, explotación, distribución y venta minorista de gasolina en EE.UU. Siempre pensó que el negocio petrolero debía estar integrado en forma vertical, o sea, una misma firma debe controlar todas las etapas de producción. Y que la clave del negocio en sí mismo era tener bajo su órbita el proceso de distribución, por lo que llegó a obtener un acuerdo con importantes descuentos con los ferrocarriles que controlaba JP Morgan, acuerdo que resultó a la postre ruinoso para todos sus competidores, a los que uno a uno fue desplazando del mercado, muchas veces mediante la aplicación de métodos semicompulsivos o compulsivos. Ese accionar empresarial, carente de preceptos morales, o de códigos, era común en la decena de empresarios que comenzó a controlar la economía norteamericana tras la muerte de Abraham Lincoln. Se trataba de empresarios profundamente odiados por la población en su conjunto, por lo que ya en aquella época fueron bautizados The Robber Barons (Los Barones Ladrones), expresión que quedó a través de los tiempos, y con la cual aún hoy muchos los recuerdan, a pesar de la acción de una cantidad de biógrafos a sueldo que, con el transcurso de las décadas, la falta de conocimientos reales de historia del pueblo norteamericano y el paso de las generaciones, ahora intentan mostrar un pasado mucho más rosa. Por ejemplo, en su voluminosa biografía de John D. Rockefeller I, el historiador oficial con que hoy cuenta la élite norteamericana, Ron Chernow, titula la biografía de John D. Rockefeller I con el nombre de Titán, y lo representa como un personaje ambivalente. En cuanto a biografías, es necesario mencionar que aquellas que citaban con más detalle algunos de los actos de crueldad y barbarie atribuidos al clan han desaparecido casi por completo del mercado bibliográfico, al punto que han caído en el olvido episodios tales como la masacre de Ludlow, cuando gente propia de Rockefeller en 1913 mató a mujeres y niños por plegarse a una huelga de la Colorado Oiland Fuel, empresa propiedad de esa familia. Incluso las recientes biografías para televisión que realizaron tanto History Channel como PBS muestran a Rockefeller, el primer billonario del mundo, casi como un altruista, un poeta, cuando el saber popular recuerda que sus asesores le recomendaban darle algunas monedas a los niños pobres cuando había fotógrafos cerca, lo que no se le ocurría al propio empresario, cuya máxima ambición en la vida, además de juntar dinero y poder, fue llegar a cumplir 100 años, de lo que estuvo muy cerca, al morir en 1937 a los 98 años de edad.

El odio popular a los Robber Barons era en aquellas épocas enorme. Se trataba cada vez más de una casta monopolista en sus diferentes actividades, de un verdadero equipo que se ayudaba solidariamente entre sí, cuyos vástagos se casaban entre sí a fin de que no se diseminaran las fortunas familiares. Si bien un siglo antes Adam Smith (imagen) había comenzado a idear la tesis del individualismo como base de la competencia perfecta, quienes detentaban el poder económico en Estados Unidos a fines del siglo XIX constituían en realidad una verdadera corporación. Tan corporativo y concentrado era el poder económico que en 1890 el gobierno norteamericano se vio en la obligación de dictar la llamada "Ley Sherman", legislación antitrust, que tardó 21 años en ser aplicada para el caso del petróleo. Recién en 1911 se ordena la división de la Standard Oil, que pasa así a fracturarse en una serie de empresas más pequeñas estaduales, pero que siguieron durante muchísimo tiempo constituyendo un monopolio en las sombras debido a una conjunción de factores. En primer lugar, el clan Rockefeller recibió un porcentaje de acciones de cada una; en segundo lugar, las particulares condiciones de la Bolsa norteamericana, donde el capital accionario está singularmente atomizado, hacen que con una pequeña fracción del total de las acciones se pueda controlar toda la empresa, sus políticas comerciales y financieras, y hasta el nombramiento de los directores. Los propios bancos relacionados desde fines del siglo XIX con el clan Rockefeller facilitaron que la desmonopolización haya sido sólo un intento vano: una ley presuntamente cumplida, tras la cual hay un monopolio en las sombras. Este proceso se agudiza cuando comienza a proliferar una inmensa gama de fondos de pensión e inversión, en los que la población norteamericana coloca sus ahorros y los fondos para su jubilación. Estas entidades, muy relacionadas con los bancos, han invertido ingentes cantidades de fondos en comprar aún más acciones de estas empresas. Como estos fondos de inversión y pensión en muchos casos son propiedad de los bancos de la élite norteamericana, o están relacionados con ellos, ésta ha encontrado una "pócima mágica" no sólo para seguir controlando lo que antes eran monopolios dirigidos de manera unipersonal sino para ejercer su dominio sobre muchos otros sectores a los que no hubiera podido acceder si no se hubiera dado esta singular forma de estructura financiera que existe aún hoy en WallStreet. Poseyendo el 5 o 10% de una empresa, y administrando otra parte, aun cuando no sea de fondos propios sino con los ahorros de la gente invertidos en bancos y fondos de pensión e inversión, se puede controlar totalmente un mercado tan estratégico como el energético.

El caso del clan Rockefeller es quizás el principal emblema, pero no el único. Durante buena parte del siglo XX, el monopolio petrolero anglo norteamericano fue rebautizado como "The Seven Sisters" (Las Siete Hermanas). Pero el proceso de gran concentración del capital vivido en la década del 90 ha hecho que se dejaran de guardar las apariencias y las empresas petroleras volvieran a fusionarse. De seguir a este ritmo, ya poco faltaría para volver a la primitiva Standard Oil. En efecto, la familia Rockefeller controla los conglomerados petrolíferas Exxon Mobil, Chevron Gulf Texaco y Amoco British Petroleum. También le corresponde, por ejemplo, y entre muchos otros intereses petrolíferos en el resto del mundo, una proporción muy importante en el petróleo que Repsol posee en la Argentina dado que Aznar vendió en 1997 acciones de Repsol en la Bolsa de Madrid y fueron compradas nada menos que por el Chase Manhattan Bank.(1) Este banco, también controlado por la familia Rockefeller, adquirió recientemente al JP Morgan, al Chemical Bank y al Manufacturers Hannover. Desde hace tiempo, la misma familia también controla al Citibank e influye decisivamente en el Bank of America. En realidad, hay una gama de negocios que sigue oligopolizada en las sombras en Estados Unidos, a pesar de la legislación en la materia. Es necesario volver a remarcar que el capitalismo en su versión norteamericana produjo un enorme auge de cotizaciones en la Bolsa de todo tipo de empresas. Con una muy pequeña proporción del capital accionario de ellas y de los fondos de inversión o pensión que luego invierten una enorme parte de lo que recaudan en las mismas acciones cotizantes, una pequeña élite influye decisivamente en las políticas de las mega empresas de esos sectores. Ello ocurre más visiblemente en los negocios de banca y finanzas, petróleo y energía, laboratorios y salud, educación y universidades.

(1) Algo similar ocurrió con Telefónica de España. Las acciones vendidas en la Bolsa de Madrid por el Estado Español fueron compradas en forma mayoritaria por bancos estadounidenses muy relacionados con el dan que controla el petróleo norteamericano.

Todas estas ramas de la producción están relacionadas entre sí a través de los clanes elitistas controlantes de los sectores en bloque. No se trata de un esquema cerrado en sí mismo sino con derivados a otros sectores de la actividad como, por ejemplo, la industria de armamentos. Debe tenerse en cuenta que en el oligopolio mundial energético también tiene una vital influencia la empresa Royal Dutch Shell, en parte propiedad de las coronas británica y holandesa, y financiada en buena medida por la familia Rothschild (imagen: iniciador de la dinastía Rothschild) , antigua financista europea de varias coronas reales, sobre todo a la hora de financiar guerras. Se caracterizaba por auxiliar financieramente a la vez, a los dos bandos.

Según abundante información, esta misma familia también es la prestamista original de los Rockefeller y de todo el desarrollo petrolífero, ferroviario y bancario en Estados Unidos, a través de las familias Morgan (banca y ferrocarriles), Harriman (ferrocarriles y altas finanzas) y Rockefeller (petróleo y banca). Los ferrocarriles no eran un negocio de transporte más en el siglo XIX. No había transporte aéreo, no existía el transporte de carga por carreteras, no había red de autopistas. Tan sólo una de las pocas empresas ferroviarias en Estados Unidos rivalizaba con el propio gobierno federal en cantidad de obreros empleados. Ello significa que haber controlado cuasi monopólicamente ferrocarriles, petróleo y bancos implicaba controlar el real poder en Estados Unidos. Resulta llamativo, entonces, que la familia Rothschild, en la reciente biografía oficial escrita por Nial Ferguson en dos tomos, en Oxford, intente mostrarse a sí misma como en decadencia desde mediados del siglo XIX, precisamente por no haberse podido instalar como banca en Estados Unidos, y perder el control de la situación cuando Nueva York comienza a rivalizar con Londres como centro financiero mundial. Ello se da de bruces con el control que dicho grupo económico ejercía por medio de la financiación sobre los tres principales negocios de Estados Unidos. Sin embargo, esa voluntad propia de aparecer cada vez más en el anonimato va de la mano con el hecho de que el clan Rothschild sólo presta en la actualidad su apellido a bancos de inversión singularmente pequeños.

Energía y Poder: Controlar la energía es tener el poder. Si nos detenemos a pensar un poco en este punto, se observa que la decisión de ir a Irak e invadirlo contra viento y marea es una decisión estratégica con miras a estar donde está el petróleo, a manejarlo y extraerlo como si fuera propio, y a no depender de la buena voluntad de empresas estatales y líderes nacionales. En suma, a la necesidad de conservar el poder que otorga el tener como propias las escasas fuentes de energía no renovables que hoy resultan fundamentales para la vida humana y, sobre todo, para la vida urbana.

Si el más importante recurso energético es escaso y no renovable, como el petróleo y el gas, quienes manejen ese bien tienen el poder. Si las principales fuentes de energía se basaran en recursos renovables —y hay que tener en cuenta que toda la materia es fuente potencial de energía—, ningún minúsculo grupo podría tener el poder, porque las decisiones humanas de consumo bien podrían independizarse mucho más de la necesidad de trabajar. O sea, la necesidad de trabajar para vivir en el mundo contemporáneo se debe, en muy buena medida, a que al ser el petróleo un bien escaso, y por lo tanto oneroso, hace mucho más costosos los bienes que consumimos usualmente.

¿Cuál es, entonces, a la luz de la guerra en Irak y de la ocupación de Afganistán, la verdadera situación del mercado petrolero? ¿Es el petróleo abundante o escaso? ¿Urge su reemplazo o tenemos tiempo? En Internet se puede acceder con facilidad al sitio oficial de la International Energy Agency. Dicho sitio proporciona abundante información. Si bien no hay datos por empresa, si hay datos de producción, consumo, reservas, precios, etc., tanto de petróleo como de gas natural. Las conclusiones más importantes que se pueden extraer son las siguientes:

Hacia el 2002, quedaban reservas de petróleo compatibles con el consumo actual mundial para 35 años. (Si bien al actual ritmo de producción se podría extraer petróleo durante más de 80 años en Arabia Saudita y durante más de 110 años en Irak, ambos países deberán multiplicar en el muy corto plazo su producción para compensar la extinción de pozos petroleros en Estados Unidos, Inglaterra, Rusia y México. De ahí que haya petróleo en el mundo para sólo 35 años en los niveles actuales de consumo.) Es necesario mencionar que, a esta altura, ya prácticamente todo el planeta ha sido explorado, quedando algunas dudas aún sobre el potencial que podrían tener un sector de la costa de Groenlandia, el Congo y la cuenca del Níger (país al cual el presidente George W. Bush y la CÍA acusaron en su momento de vender uranio a Saddam Hussein, acusación que se comprobó falsa).

El 70% de todas las reservas mundiales de petróleo se encuentra concentrado en el Golfo Pérsico; Arabia Saudita, Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos e Irán. En el plazo de una década, más del 80% del petróleo mundial estaría en esa región. Otro 10% del petróleo mundial también se encuentra en países musulmanes como Libia, Nigeria e Indonesia. Hoy, el 80% de petróleo del mundo está en manos musulmanas, y ese porcentaje tiende a subir con el paso del tiempo. Dado que el petróleo comenzó a utilizarse como fuente energética en Estados Unidos luego de la Guerra Civil, y en aquella época sólo se lo conocía en forma abundante dentro de Estados Unidos y en Rusia, estratégicamente resultaba no sólo cómodo sino también sumamente viable comenzar a basar la energía en hidrocarburos fósiles. El combustible saudí sólo vio la luz en 1938. Y fue, con el paso de las décadas, que el mundo se llevó la sorpresa de que estaba concentrado mayoritariamente en torno del Golfo Pérsico. Entonces puede comenzar a quedar un poco más claro el porqué de la frecuente propaganda contra países de origen musulmán, dado que el intento de basar la energía del planeta en un recurso escaso, que se encontrara sobre todo en el subsuelo estadounidense, naufragó a medida que se iban secando los pozos petrolíferos de Texas, cosa que comenzó a ocurrir hacia los años '60, y se iban descubriendo cada vez más yacimientos gigantescos en países árabes (lo que terminó de ocurrir en los años '80).

Muy cerca del techo: Estados Unidos tocó el techo de su producción anual de petróleo en el año 1970, con algo menos de 10 billones de barriles anuales de crudo. Hoy apenas si puede producir 5 billones de barriles por año. Ello, a pesar de que se ha incorporado la un tanto decepcionante —en cuanto a su magnitud— cuenca petrolífera de Alaska al mercado. Todo esto al costo de comenzar a generar un preocupante problema ambiental, y aunque se han desarrollado y aplicado nuevas tecnologías extractivas, las que, por ejemplo, introducen gas a presión en la roca de los yacimientos para virtualmente "secar" las rocas de petróleo y aumentar la posibilidad extractiva de pozos vecinos, incrementando de forma importarte el recupero de la inversión en los pozos. A pesar deque estas cifras indican una realidad energética preocupante al menos dentro de los propios Estados Unidos, el gobierno de George W. Bush muestra una gran lentitud en las tareas preliminares previstas para licitar entre las universidades norteamericanas algunos fondos para el estudio de tecnologías masivas qué reemplacen al petróleo. Esa pereza se contrapone a la enorme rapidez con la cual el mismo gobierno decidió efectuar la licitación de las obras petrolíferas por desarrollarse en Irak, que ganó antes de la propia caída de Bagdad y Basora una filial de la empresa Halliburton (Kellogg), la que fue hasta hace poco dirigida por el propio vicepresidente norteamericano, Dick Cheney. (imagen abajo)

Desde ese año 1970, cuando Estados Unidos alcanzó el denominado "techo de producción anual", ésta no ha cesado de declinar, como lo indican las cifras antes comentadas. El descenso ha sido particularmente mayor en los años '90 y en el inicio de este siglo, ya que a lo largo de una década cayó casi 20%. Hacia 1950, Estados Unidos producía prácticamente el 100% del petróleo que consumía y era el primer productor mundial. Importaba algo de petróleo, pero también exportaba. Hoy, Estados Unidos no llega a producir 45% del petróleo que consume. Sigue siendo el primer consumidor mundial, con casi un cuarto del consumo de todo el planeta. Se calcula que, al actual ritmo de producción, el petróleo norteamericano se extinguirá en el año 2010. Peor aún es la situación en Inglaterra: los pozos descubiertos en el Mar del Norte, cuya propiedad comparten Inglaterra y Noruega, sobre los que se llegó a pensar en su momento que eran mucho más grandes, han resultado menos abundantes que lo previsto, y se calcula que Inglaterra se quedará sin petróleo aproximadamente en el año 2006. Fuera de los países musulmanes, el petróleo es aún abundante sólo en Venezuela (recordar el intento de golpe contra Chávez efectuado por sectores empresariales muy relacionados con el establishment petrolero de Estados Unidos y la CÍA) y algunas de las ex repúblicas de la URSS. En mucha menor medida en China, Libia y México. Y... en ningún lado más.

Desde mediados de la próxima década, el petróleo estará entonces tan concentrado en tan pocas manos, y tan escaso resultará en Estados Unidos, que ello puede ayudar a explicar la verdadera naturaleza de las guerras que hemos visto en el siglo XXI. La decisión hasta el momento ha sido no sólo ir tras el petróleo, sino también seguir férreamente con la tecnología de ese combustible. Hemos mencionado que las cifras oficiales indican que hay reservas mundiales para 35 años. Ello puede generar una falsa idea: que hay por lo menos tres décadas de tiempo antes de que se produzca una grave crisis energética; que todo es cuestión de encontrar métodos pacíficos de solución a los conflictos, de manera tal que el comercio de petróleo del Golfo Pérsico a Occidente y Japón se realice en forma fluida evitándose las fricciones que hubo con los talibanes (Afganistán, por su particular enclave, es importante para el paso de gasoductos) y con Irak. De esa manera, si nos guiamos por las cifras oficiales de la International Energy Agency, aún hay cierto tiempo —no mucho, pero tres décadas es un plazo apreciable—, y las tensiones bélicas de inicios de este siglo bien podrían ceder si se diera con la gente indicada para gobernar los países. O sea, si los conflictos entre Estados Unidos y el mundo musulmán los resuelve otra clase dirigente, distinta de la que hoy está sentada en la Casa Blanca y en varios países musulmanes. Si seguimos por esta línea de pensamiento, debemos limitarnos a calcular cuál sería la real magnitud del déficit estructural adicional en las balanzas de pagos de Estados Unidos e Inglaterra, producido por el hecho de tener que importar todo el petróleo que aún producen en su propio territorio, pero nada más que eso. Ello requeriría de un mayor "ajuste de cinturón" de las poblaciones de ambos países, pero nada del otro mundo, nada que no se haya ya visto en el pasado en cuanto a ajuste recesivo. Después de todo, el 55% del petróleo que consume Estados Unidos —que es importado— representa entre 1 y 1, 5% de su PBI, según la cotización del barril. Es decir, el impacto de dejar de producir petróleo, importando el restante 45% que hoy aún produce internamente Estados Unidos, equivaldría a cerca de otro 11,5% de su PBI, si se soluciona el conflicto a través del comercio internacional. Si bien hoy, en pleno 2003, Estados Unidos tiene un muy abultado déficit de balanza de pagos del orden de 5,2% de su PBI, un déficit adicional de 11,5% lo colocaría en las puertas de una recesión más pronunciada que la que ha venido evidenciando desde el año 2000, y quizás en la necesidad de una más apreciable caída del dólar, Pero no se trataría de nada imposible de manejar. A todas estas conclusiones se puede llegar, entonces, si se atan lo suficiente los cabos sueltos a partir de las cifras oficiales de la International Energy Agency.

Pero lamentablemente estaríamos frente a un espejismo, mucho más grande aún que los que se suelen padecer en los desiertos bajo los cuales se encuentra el petróleo.

Ocurre que el petróleo no es como el agua o el aire, ni como el dinero. No se puede extraer al ritmo que se desea ni se encuentra en forma uniforme ni es siempre de la misma calidad. Por empezar, en las reservas suelen figurar petróleos especialmente pesados, que suelen ser de mucho más bajo valor energético y caros de procesar, petróleo que aún hoy no se sabe procesar bien por su bajo valor energético y económico. Hay incluso tipos de petróleo que aún hoy no poseen valor económico, y otros ubicados en zonas de muy difícil acceso, cuya explotación seria tan cara que sólo tendría sentido con un precio mundial del crudo compatible con cerca de 80 dólares el barril a valores del presente, actualizados por la tasa de inflación en Estados Unidos, al que se llegó durante la segunda crisis petrolera mundial a raíz del conflicto entre Estados Unidos e Irán en 1979. Esto implica que un porcentaje indeterminado pero apreciable de las cifras oficiales es petróleo que está en las estadísticas pero no en la realidad.

En segundo lugar, y en forma aún mucho más importante, hay que tener en cuenta que el petróleo no va a empezar a faltar desde el año en que teóricamente se extinga (alrededor del 2035 2040), sino desde cuando se alcance lo que se denomina "techo mundial de producción". El "techo mundial de producción" es la máxima cantidad posible de petróleo que se puede producir en un año y depende de las características geológicas de los pozos, del tipo de crudo, de la tecnología extractiva que se use. etc.,etc. En el mundo, todavía nos encontramos en la fase ascendente de producción mundial del crudo. Medir su disponibilidad por la cantidad de años de reservas existentes implicaría aplicar un cálculo lineal de posibilidades de extracción. O sea, significa pensar que todos los años se puede extraer la misma cantidad y un poco más. La realidad es diferente. Existe primero un período ascendente, de producción año tras año superior, causado por el hecho de que van entrando al circuito productivo más yacimientos que los que se van "secando." Luego se alcanza el "techo mundial de producción", y ésta se estanca cerca de esa cifra durante un período breve de algunos años. Finalmente, comienza un período de producción declinante año tras año, originado por el hecho de que ya no pueden agregarse a la producción nuevos yacimientos al mismo ritmo al cual van saliendo de circulación y agotándose muchos de ellos, ya secos. Hoy el planeta ha ingresado en la última parte de la curva ascendente del ciclo de producción del petróleo. Al "techo mundial de producción" aún no se ha llegado. Cuánto falta para alcanzarlo es un dato clave para la economía del mundo entero. El "techo de producción" sí ha sido alcanzado, por ejemplo, en países como en Estados Unidos. Hemos mencionado que el "techo de producción norteamericano" se tocó en el año 1970, y debe recordarse muy especialmente que en 1973 se produjo una de las dos crisis energéticas mundiales más graves de que se tengan noticias, cuando la historia oficial indica que Arabia Saudita produjo un embargo petrolero a los países occidentales que ayudaron a Israel a ganarla guerra de ese año. En aquellos años '70 eran frecuentes las colas en las estaciones de servicio, el racionamiento de combustibles y la inflación descontrolada en muchos países a consecuencia de las subas de precios de los hidrocarburos evidenciadas en todo el mundo como consecuencia de la desaceleración inevitable que se produjo en la producción de crudo norteamericana, factor que en realidad jugó un papel preponderante en la triplicación de los precios del crudo a inicios de los años '70.

A partir del momento en que se toque el "techo de producción" mundial, se va a evidenciar una serie consecutiva de bruscas escaseces de petróleo. El mundo habrá alcanzado su máximo ritmo de producción mundial, a partir de cuyo momento, año tras año, habrá cada vez menos petróleo disponible para alimentar a cada vez más habitantes de la Tierra y a economías que pugnarán por seguir creciendo a un ritmo superior al 2% anual, mínimo umbral considerado aceptable, lo que sería inalcanzable para todos los países en forma conjunta en un mundo en el que cada día habría menos petróleo. De esta manera, el planeta se encuentra frente a una disyuntiva que debe solucionarse por alguna de estas tres vías, o una combinación de las mismas, de aquí a cierto tiempo:

a) una importante reducción en la tasa decrecimiento demográfica a escala global y presumiblemente una declinación de la cantidad de habitantes en la Tierra;

b) una muy profunda recesión a escala global que produzca una reducción apreciable en el nivel de vida de la población global como promedio;

c) el abandono gradual pero acelerado de la tecnología del petróleo. En términos económicos, esa serie de crisis internacionales se verificaría mediante subas bruscas e imprevistas en la cotización del petróleo y/o con la aparición de nuevas guerras, que sólo alguien muy ingenuo puede creer que casualmente se sitúen cerca de donde existen grandes yacimientos de hidrocarburos, o en las zonas de su paso. Para dar una idea de la magnitud del problema frente al cual estamos, es necesario mencionar que hoy en día más de 85% de toda la energía mundial proviene de hidrocarburos fósiles. Sólo 7% tiene su origen en la energía hidroeléctrica, y en porcentajes menores aún las demás fuentes. Esto implica que no va a ser posible reemplazar los hidrocarburos fósiles con fuentes energéticas hoy existentes, sino que se deberá generar una tecnología alternativa.

Otro espejismo que suele aparecer comúnmente es el relativo a la posibilidad de utilizar carbón como recurso energético reemplazando al petróleo y al gas natural. El carbón es bastante más abundante que ambos. Estados Unidos posee carbón para 300 años en su actual nivel de consumo. En el mundo, cifras comparables pueden obtenerse para muchos países. Sin embargo, si el consumo de carbón se acelerara para reemplazar al gas y al petróleo, la cantidad de reservas se reduciría dramáticamente. Rifkin calcula que con tan sólo un crecimiento anual de 4% en el consumo anual de carbón, las reservas norteamericanas sólo alcanzarían para 65 años. Además, el carbón posee muchos inconvenientes: no es fácil extraer de él combustibles líquidos, y es muy costoso. Por lo tanto, no es un sustituto apto del petróleo y del gas natural. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que el carbón es un hidrocarburo "sucio", muy contaminante, difícil de cargar y transportar.

Pues bien entonces, lo importante, lo central, es determinar cuál será el año en el que se produzca el "techo mundial de producción". A partir de ese momento, despertaremos del largo sueño que hemos venido viviendo y nos daremos cuenta de que la energía es un bien mucho más escaso que el espejismo de abundancia que hoy nos parece, además de que comenzarán a cobrar otro significado las guerras del siglo XXI. Una buena cantidad de los porqués a brutales episodios hoy incomprensibles para muchos adquirirá su verdadera perspectiva si no comienza a acelerarse el cambio tecnológico, cosa que va precisamente en dirección opuesta a los intereses del oligopolio petrolero mundial. Si se encuentra un recurso energético renovable y barato para reemplazar al petróleo, los enormes pulpos petroleros enfrentarían una extinción muy acelerada.

El "techo mundial de producción" es, entonces, el dato crucial que es necesario tener en el análisis porque marca el límite entre una producción en alza y una que comienza a ser declinante. La cantidad de años de reservas, que hemos dicho que son 35, parte del supuesto de que se puede producir petróleo en forma constante, y ya hemos explicado que no es así. La determinación de ese año es un cálculo que sólo los geólogos pueden efectuar basándose en sus estudios sobre los pozos en todo el planeta. Los geólogos están divididos entre "optimistas" y "pesimistas". En el caso de lo evidenciado ya en Estados Unidos en 1970, la batalla la ganaron los "pesimistas". Peor aún, triunfó el más pesimista, dado que el consenso hablaba de una imposibilidad de que la producción tocara su techo en 1970, cosa que ocurrió y generó una gran crisis sólo tres años más tarde. En el caso del mundo, los "optimistas" esperan que el "techo mundial de producción" sea alcanzado entre el 2014 y el 2018. En ningún caso esperan que se alcance después del año 2020. Los "pesimistas" esperan que el "techo mundial de producción" se alcance hacia el año 2010 y algunos de ellos esperan que ello ocurra en el 2004.

Una buena parte de la aparente aceleración que ha tenido la historia en el comienzo de este milenio, con la aparición de sucesos inéditos anteriormente, se debe precisamente a los datos anteriores. Ocurre que en los años '90 comenzó a hacerse evidente que parte de las reservas oficiales de petróleo que quedaban en los estados de la ex URSS y los países árabes en general estaban sobredimensionadas en las estadísticas, probablemente ex profeso, dado que los pozos petrolíferos servían como garantía para préstamos bancarios, lo que en algunos casos motivó una intención de "inflar" artificialmente el contenido de los yacimientos. Es como si hubiéramos subido la ladera de una montaña empinada, en forma esforzada, sólo para caer en la cuenta, una vez en la cima, de que la ladera que habrá que transitar de aquí en más, hacia abajo, es mucho más empinada, y por lo tanto riesgosa, de lo que se pensó.

Mirando para otro lado: A partir de estos cálculos surgen varios interrogantes. El primero de ellos es por qué el gobierno norteamericano no aconseja a su poblador ahorrar el máximo posible de petróleo. Cuando en el año 1973 se produjo la crisis petrolera, en buena medida gestada por las empresas multinacionales estadounidenses y británicas, de la que luego se acusó sólo a los países árabes, el gobierno de Nixon aconsejaba en los medios de comunicación el ahorro de combustibles. Se trataba sólo de una crisis temporaria hasta que técnicamente fluyera mayor cantidad de petróleo del Golfo Pérsico, para reemplazar el que comenzaba a escasear en Estados Unidos y, aunque la solución era sólo una cuestión de tiempo, el gobierno cumplía con el deber de guiar a la población en lo que parecía ser una necesidad perentoria: ahorrar energía.

Hoy, en cambio, tras la invasión al segundo país con más reservas de petróleo del mundo: Irak, y con el planeta ya muy cerca de su límite de capacidad productiva de petróleo, ninguna voz del gobierno norteamericano se alza para aconsejar el ahorro de energía. Mucho más llamativo resulta esto si se tiene en cuenta que el actual gobierno estadounidense ha sido prácticamente copado por la industria petrolera. El presidente George W. Bush dirigió o formó varias empresas: Arbusto Energy, Bush Energy, Spectrum 7, Harken. Su padre fue cofundador de la polémica empresa Zapata Oil, luego dividida en Zapata Oil y Zapata Offshore(3). La máxima asesora en materia de seguridad del gobierno de Bush, Condoleezza Rice, jefa del National Security Council (NSC), también proviene de la industria petrolera, más específicamente de Chevron.

(3) Zapata Offshore, empresa presuntamente relacionada en forma directa con la operación frustrada de invasión a Cuba de inicios de los '60, conocida como Bahía de los Cochinos, y cuyo nombre de código interno de la CÍA no por casualidad habría sido "Operación Viva Zapata".

El caso del actual vicepresidente y ex ministro de Defensa del padre de Bush, Dick Cheney, es todavía más llamativo. Durante los '90 dirigió la empresa Halliburton, principal proveedora mundial de insumos al sector petrolero. Hizo jugosos negocios vendiendo abundante material por miles de millones de dólares a Saddam Hussein para que éste se preparara en su afán de triplicar la oferta de crudo iraquí. El problema que luego se suscitó es que Saddam Hussein decidió excluir a las empresas norteamericanas y británicas del proceso de concesión de los pozos iraquíes, basando su estrategia en contratar sobre todo petroleras estatales de Europa continental. Si Saddam hubiese logrado ese objetivo, dado que el petróleo se está agotando en Estados Unidos y en Inglaterra en forma simultánea, la declinación en el volumen de negocios de las petroleras anglosajonas las hubiera condenado a un brutal achique. Habría un mayor dominio del mercado por parte de las empresas estatales de petróleo.

De todas formas, no puede pensarse que el establishment petrolero norteamericano haya sido tomado por sorpresa por la estrategia de Saddam Hussein, dado que la invasión a Irak comenzó a planearse a más tardar en 1997, a través de un reducido núcleo de intelectuales y hombres de acción del Pentágono, entre los cuales se encuentran Paul Wolfowitz, Richard Perle y otros, junto a Francis Fukuyama. El thinktank se llama "Project for the New American Century". Ese núcleo de gente, que evidentemente no se reunió por casualidad y que representa el ala más fanática del pensamiento conservador norteamericano, es en realidad una especie de desprendimiento del omnipresente pero siempre misterioso y secretivo Council on Foreign Relations (CFR), para algunos el verdadero gobierno en las sombras en Estados Unidos. Esto hace pensar que el establishment petrolero norteamericano le vendía material petrolero a Saddam con objeto de que se fuera construyendo infraestructura a fin de aumentar la producción, al mismo tiempo que planificaba su futuro derrocamiento. Cabe recordar que mientras esto ocurría, los medios de comunicación difundían la noticia de que el jefe de inspectores de armas, en aquel entonces en Irak, Scott Ritter, declaraba que el régimen de Hussein no sólo no tenía armas de destrucción masiva sino que no estaba siquiera en condiciones de generarlas.

No sólo las guerras en el Golfo Pérsico han sido inducidas por motivos energéticos. La historia política y económica del mundo de los últimos cincuenta años gira en torno a este tema. La bonanza económica y el alto crecimiento de los años '60 se explican por el bajísimo precio del barril de los países árabes (entre 1,5 y 3 dólares por unidad de crudo). Los agudos procesos están flacionarios (recesión con inflación) de los años '70 se debieron al comienzo de la declinación en la producción norteamericana de combustibles, a la escasez de energía —para muchos, como Antony Sutton, creada bastante artificialmente en 1973— y al afán de las grandes empresas petroleras de incrementar sus ganancias, cosa que ocurrió mediante las dos crisis petroleras de los años 1973 y 1979. En este último año, el barril llegó a valer casi 80 dólares a valores actualizados. Los años de "vacas gordas" para las petroleras y "vacas flacas" para la gente fueron generando un problema: los países árabes se fueron enriqueciendo de una manera que algunos en Occidente comenzaban a considerar peligrosa. Los petrodólares empezaban a inundar los mercados financieros. Arabia Saudita se daba el lujo de ser el segundo mayor accionista del Fondo Monetario Internacional, y el Islam amenazaba con transformarse en un polo propio de poder cuyo epicentro bien podría haberse situado en Bagdad, por una confluencia de factores. No debe extrañar, entonces, que durante los años '80, en la era Reagan Bush, el precio del barril declinara a niveles anteriores a la segunda crisis petrolera. Esto produjo durante buena parte de los años '80 y '90 otro periodo de aceptable crecimiento mundial, bajas tasas de inflación y facilitó el progreso de la globalización, al mismo tiempo que quitó al Islam —y sobre todo también a la ex URSS, cuyo principal producto de exportación era el petróleo —4) la posibilidad de constituirse en un polo propio de poder. Claro que el problema es que esto se logró consumiendo petróleo a un ritmo mayor de aquel con que se realizaban nuevos descubrimientos. Todas las crisis energéticas de las cuales el mundo fue testigo se resolvieron de una única manera: aumentando la producción de combustibles fósiles. Esto es lo que ya no será posible desde algún momento de los próximos diez años, cuando se alcance el "techo mundial de producción".

El gobierno estadounidense no puede desconocer, entonces, la crítica situación del mercado energético, que lo ha llevado incluso a invadir países en forma acelerada. Si sus intenciones son altruistas, no se entiende por qué no existe ya una campaña para el ahorro de combustible hasta encontrar un sustituto del petróleo, sí es que éste no existe ya.

¿Un Mundo Feliz?: La energía es, entonces, el principal limitante a la globalización que, por otra parte, el propio establishment norteamericano propugna como remedio para todos los males sociales y económicos del planeta. Los problemas van a ser muy serios: China, que viene creciendo notablemente, incorporando mensualmente millones y millones de trabajadores a su oferta laboral merced a las exportaciones que viene realizando a Occidente, muy probablemente encontrará que no le resultará posible mejorar la calidad de vida de sus habitantes con el ahorro que significa el trabajo acumulado de centenas de millones de chinos, quienes durante años produjeron y vendieron al exterior privándose de consumir.

(4) EE.UU. logró a principios de los años '80, merced a un acuerdo secreto con Arabia Saudita, que dicho país exportar a mayores cantidades de petróleo que las necesarias para el consumo. El objetivo era derrumbar el precio del barril, no sólo para facilitar una reactivación en EE.UU., sino también para dificultar el acceso a las divisas por parte de la URSS, a la cual Reagan Bush querían derrotar definitivamente en la era de la Guerra Fría (cosa que consiguieron sólo unos años más tarde). A cambio de ese exceso de petróleo en el mercado, EE.UU. proveía de armas a Arabia Saudita, preocupada en aquella época por que Irán pudiera derrotar a Irak en la guerra, y amenazar la seguridad saudí.

La masa de ahorro acumulado en el Banco Central chino, que supera los US$ 350 mil millones, y que sigue creciendo, no podrá destinarse a mejorar la calidad de vida de los habitantes de esa nación porque la restricción energética que se nos viene en forma acelerada comenzará a operar como un serio limitante a la tasa de crecimiento global en poco tiempo más. Una elevación importante del nivel de vida de la población china es sólo una quimera si se continúa con la tecnología del petróleo. Se calcula que, si el gobierno chino decidiera brindara sus habitantes un nivel de vida similar al del americano promedio, el consumo de petróleo mundial aumentaría 50% de un año a otro, con lo que la crisis sería... ayer. Japón, que en recesión ya lleva unos quince años, y con un aumento del desempleo que los cálculos estatales han subestimado, no podría recuperarse demasiado en un horizonte visible y mucho menos de forma sostenida, dado que las presentes condiciones del mercado energético mundial así lo impondrían. Por lo tanto, Japón seguiría en el mediano plazo generando nuevos desempleados, En cuanto a Europa, lejos de pensar en la posibilidad de reducir tasas de desempleo, en algunos casos superiores a 10%, debería conformarse, en el mejor de los casos, con mantener estos niveles y crecer lo que se pueda, sí es que se puede. Frente a este panorama, esa actitud invasiva hacia los países que tienen petróleo, y a la vez despreocupada de reducir los niveles de consumo excesivo, por parte del gobierno que encabeza Bush, puede abrir todo tipo de dudas y presunciones acerca de qué intenciones hay detrás de su accionar y de su discurso, que no van por el mismo carril.

Es necesario pensar que la serie de crisis que han vívido muchos países en vías de desarrollo en los años '90 —México, sudeste asiático) Corea del Sur, Brasil, Turquía y la Argentina— es, en realidad, funcional a la situación energética mundial y al interés del establishment petrolero anglonorteamericano, debido a que las brutales reducciones evidenciadas en el nivel de vida de estos países tras sus respectivas crisis no generan otra cosa que un menor consumo de energía per cápita y, por lo tanto, facilitan que sea posible continuar con la era de los hidrocarburos fósiles. Es de esperar entonces que de aquí en adelante, mientras no haya cambios sustanciales en el manejo del poder en Estados Unidos, no haya ningún apuro por parte del gobierno norteamericano para rescatar países en bancarrota. Más aún, es posible que la élite banquera petrolera intente, a fin de continuar con la tecnología energética que le permite concentrar el poder, resolver el problema induciendo una baja en el consumo de energía per cápita. Ello se lograría, en el caso de países del tercer Mundo, con cada crisis económica o financiera que sobreviene en alguno de sus miembros más importantes. incluso esta baja en el consumo per cápita de energía sería aún mas pronunciada si incluso vastas áreas del Primer Mundo las padecieran (ejemplo, la prolongada crisis económica japonesa), a fin de acomodar la demanda de petróleo al declinante período productivo del mismo que en breve sobrevendría en el planeta.

Si se lo mira desde esta perspectiva, los supuestos "errores" de apreciación del Fondo Monetario Internacional, que contribuyeron a que se gesten y perduren muchas de las crisis de los últimos años, en realidad no fueron tales, sino que han sido funcionales a esta necesidad de reducir el consumo de energía per cápita, que bajo determinadas condiciones puede convertirse directamente en una necesidad de ir comenzando a reducir la cantidad de "cápitas".

Parte del Capitulo II de Hitler Gano La Guerra de Walter Graziano