octubre 17, 2008

¿Una remembranza de éxitos y fracasos?

Alianza para la Educación

¿Una remembranza de éxitos y fracasos?

A propósito de la firma de la Alianza para la Calidad de la Educación, el investigador de la UNAM examina dos de los cinco ejes presentados por el Ejecutivo para alcanzar esos objetivos, y alerta sobre los problemas generados con la modernización educativa de 1992


Ángel Díaz Barriga / Campus Milenio

El homenaje del día del Maestro del pasado 15 de mayo en Palacio Nacional fue utilizado para anunciar la Alianza por la Calidad de la Educación , que inevitablemente recuerda que la cara sindical fue la misma del Acuerdo de la Modernización Educativa de 1992.

El tiempo dirá si tiene el impacto de lo que en los años noventa fue aquel acuerdo de 1992, en el cual se estableció el Programa Carrera Magisterial y la descentralización educativa, además del proyecto de reformar los planes de estudio de primaria y secundaria, regresando al esquema de asignaturas, una vez que se consideró que el esquema de las áreas había fracasado.


Hoy sabemos que el problema de la eficiencia escolar se encuentra en otro lugar, pues los resultados de los alumnos en las pruebas nacionales o internacionales permitirían afirmar que el retorno a las asignaturas no obtuvo los resultados que se esperaban, que Carrera Magisterial funciona con muchos vicios y problemas y que la descentralización se ha dado en un marco administrativo, donde la autoridad federal, tal como lo establece la Ley de Educación, conserva la facultad de evaluar los resultados del sistema y también de definir contenidos de aprendizaje a nivel nacional.

Pero como todo, ahora la promesa es que con los nuevos instrumentos tendremos, con los mismos actores, resultados espectacularmente diferentes.

Recordemos que tenemos el programa sectorial más deficiente que se haya planteado en los últimos sexenios. Con una pobre visión de la educación, tiene metas, en general, cortoplacistas: mejorar el puntaje en 41 puntos en la prueba Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), en 3 por ciento en rendimiento en matemáticas y español en primaria en la prueba Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares, ENLACE (cualquier cosa que esto signifique), equipar 100 por ciento de aulas de telesecundaria, incorporar 30 por ciento de las escuelas, al programa escuela segura.

Con la firma de esta alianza da la impresión que la autoridad educativa va construyendo parcial y fragmentariamente un proyecto educativo, para hacer un programa sectorial paralelo o con mayor sentido que lo publicado.

Dos ejes
Me limitaré a comentar dos de los cinco ejes en los cuales se basa esta alianza. El segundo eje según el discurso presidencial "promueve la calidad y mejor desempeño del personal docente; renovaremos los proceso de selección, de capacitación y de entrega de estímulos para asegurar el trabajo y la promoción de los profesores más esforzados y más preparados”.

Algunas cuestiones sobresalen en este tema y, no son menores: 1) todas las plazas (docentes y académico-administrativas) se obtendrán mediante un concurso abierto; 2) se crea el Programa de Estímulos a la Calidad Docente para compensar económicamente a aquellos profesores que logren que sus estudiantes obtengan un resultado superior “por encima del promedio nacional”. Este programa se puede rastrear en los discursos del presidente de la República cuando era candidato: “Pagar a los profesores de acuerdo con los resultados que obtienen los estudiantes”, que según Cramer (1983), se aplicó en algunos estados de la Unión Americana entre 1940 y 1950, estrategia que se abandonó por los diversos problemas que trajo su aplicación, como no tomar en cuenta las condiciones de ingreso de los alumnos, ni las del contexto.

Este nuevo programa de estímulos es una concesión a las presiones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para crear lo que se llamó “El segundo piso de Carrera Magisterial”.

Cabe advertir que si los maestros son recompensados por los resultados que obtengan sus alumnos en la prueba ENLACE, el proyecto pedagógico de este sexenio quedará definido por dicha prueba.

Esto es, en vez de contenidos, de programas escolares o de formación en competencias, los maestros se dedicarán a entrenar a sus alumnos en el llenado de bolitas (“la prueba de bolitas le dicen los niños en la escuela”), porque en ese resultado se juega su estímulo.

Los docentes que trabajen con grupos vulnerables, de menor condición económica, o con un grupo escolar con desempeño más difícil serán juzgados por el resultado a través de un examen (un grupo que llega con mayor rezago de aprendizaje no se puede poner al día en un año escolar y ese resultado no refleja necesariamente el trabajo pedagógico ni la dedicación del docente.

En tercer término se reorienta el sistema de actualización docente, generando cursos a partir de las deficiencias que se encuentren en la prueba ENLACE, este verano se haría sobre los resultados en el campo de las ciencias.

La idea no es mala, sin embargo, se puede reflexionar sobre lo que implica: a) generar cursos al vapor, porque los resultados apenas se están procesando y, b) se capacita después de una prueba y luego cómo se evaluará otro campo de conocimiento (historia, geografía, etcétera) no se sabrá directamente cuál es el resultado de esa capacitación.

Causa mayor problema que no exista ninguna mención a revisar el plan de estudios de las escuelas normales, a revisar la política estatal de que los planes de estudio de este nivel sean únicos (esto es definidos por la federación). Sobre todo cuando en el mismo programa sectorial no existe ningún indicador al respecto.

Mientras que se construye un cuarto tema, el cual es nuevo: Certificación de Competencias Docentes. La certificación de competencias procede del mundo laboral, la Secretaría del Trabajo ha generado una importante experiencia en ello, pero en nuestro país se trata de la certificación de técnicos medios.

Tres áreas son las que en el concepto de la Presidencia de República se certificarán de los docentes: habilidades en tecnologías de la información, en inglés y en habilidades docentes. Aunque no comparto la forma como se realiza el debate de las competencias en el mundo contemporáneo, por demás resulta interesante comparar estas tres competencias con el libro de Perrenaud, un especialista en el tema, 10 competencias básicas para la docencia .

Mi pregunta sería de dónde surge esta propuesta, qué relación tiene con lo que se está intentando trabajar de estándares de la educación, por qué estas tres competencias y cuál es el sustento y relevancia en este momento del inglés, sobre otras competencias como: capacidad de comunicación; capacidad de entusiasmar; capacidad de generar interrogantes en los estudiantes; capacidad de manejar con dominio básico la disciplina que enseña, etcétera.

El quinto eje, es el eje. De hecho, aparece con toda claridad en el segundo. La evaluación “como un instrumento, como un mecanismo para elevar la calidad educativa” en el planteamiento presidencial.

El instrumento privilegiado de la evaluación en este sexenio es la prueba ENLACE. Se pretende “establecer un sistema nacional de evaluación y dar un impulso renovado a la prueba ENLACE”. Múltiples reflexiones demanda esta cuestión.

ENLACE es una prueba muy apresurada, lo cual significa desde la teoría del test, que es un instrumento defectuoso de medición.

La necesidad de hacer una versión diferente de todos los reactivos de la prueba en cada ejercicio, para los cuatro grupos de primaria y tercero de secundaria donde se aplica la prueba impide que los procesos de calibración de reactivos se realicen en las condiciones técnicas demandadas (Un reactivo mal calibrado no mide lo que debe medir, como un instrumento de laboratorio mal calibrado no mide).

Por el mecanismo que se le ha asignado a esta prueba, pues no tiene ninguna otra prueba nacional Excale del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), EXANI o EGEL del Ceneval, ni internacional (PISA, LLECE, TIMMS) en cada aplicación se liberan (dan a conocer) todos los reactivos.

La siguiente prueba tiene que construirse con reactivos distintos, de esta manera no se puede establecer una batería (un número suficiente y bien calibrado de reactivos).

Un ejemplo, mientras el Educational Testing Service de Estados Unidos tarda hasta ocho años en calibrar una prueba, ENLACE se llega a calibrar en cuatro a seis semanas.

Es significativo que en un país con grandes desigualdades culturales, con grupos sociales tan diversos como es el caso mexicano, no se analice la posibilidad de establecer pruebas paralelas. El establecimiento de una prueba única pone en una desventaja importante a los grupos más vulnerables, siempre saldrán con deficiencias en ellas.

La investigación en test en EU desde los años sesenta ha comprobado que el lenguaje que se utiliza en la construcción de un reactivo tiene una influencia sustantiva en el resultado que obtiene quien la resuelve, enfáticamente concluyeron:“Las preguntas que se formulan no tienen el mismo significado para las distintas clases sociales … no son los psicólogos los que han clarificado este tema, sino los linguistas” (Tort, 1977).

Por ello, se formuló el concepto de pruebas paralelas, que desde el punto de vista de la medición verifican lo mismo pero calibrándose en el lenguaje y formas culturales de cada grupo social. Ese es un tema que, sencillamente, las pruebas a gran escala están ignorando (y lo ignoran más las internacionales como la prueba PISA).

El exceso de evaluación
Nada se dice del exceso de evaluación que existe en México, ni de la necesidad de racionalizar (y economizar) en el uso y aplicación de pruebas. Del erario público se sostiene tanto las actividades de la Dirección General de Evaluación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), como las del INEE, así como las direcciones, coordinaciones e institutos de evaluación de cada entidad federativa.

Las dos instituciones federales: DGEE e INEE compiten en el mercado escolar por imponer su prueba y dar a conocer los resultados de la misma: ENLACE (SEP)- EXCALE (INEE). Somos el único país en el mundo en el que existe esta situación. No menciono al Ceneval, porque esa institución es objeto de otro tipo de análisis.

El establecimiento de un Sistema Nacional de Evaluación obligaría a racionalizar las acciones de evaluación, a unir en un solo esfuerzo a instituciones diversas (INEE-DGEE-SEP); a racionalizar el gasto que se hace en cada una de las entidades federativas que han creado su instituto, coordinación y dirección de evaluación para elaborar y aplicar la prueba estatal. Demasiadas pruebas, demasiado tiempo destinado a ellas, escaso impacto en el trabajo en el aula. Y también un elevado costo para el erario público.

Este año, para la aplicación de ENLACE se destinaron 220 millones de pesos, a ello habría que añadir lo que cuesta el INEE y cada unidad de evaluación estatal. Un costo enorme, una compulsión que olvida lo pedagógico.

Cada prueba ENLACE (alineada el currículo), EXCALE (que trata de imitar la estrategia PISA de medición de destrezas y habilidades para la vida) mide una cosa diferente. Una se centra en la capacidad de retención y uso en un primer nivel de los contenidos de los planes de estudio (aprendizaje escolar) y la otra pretende conocer el grado como los estudiantes pueden usar esa información en situaciones cotidianas, un concepto muy cercano al actual concepto de competencias: aprendizaje para la vida.

Pero esto no se le aclara a nadie. Al público en general se le informa que los estudiantes obtuvieron determinado puntaje en una prueba. Tampoco es de dominio de los profesores (no olvidemos que el actual plan de estudios de las escuelas normales eliminó prácticamente todas las materias psicopedagógicas: didáctica, evaluación educativa, currículo, psicología del aprendizaje, teoría grupal). Entonces, el docente tampoco tiene una formación en las teorías de los test que le permitan analizar qué significan los resultados de una prueba.

Para qué sirven los resultados
Los resultados de las pruebas sirven para que las autoridades educativas puedan identificar que nuestro sistema educativo tiene deficiencias (aunque las autoridades educativas tampoco tienen una formación que les permita entender los resultados desde la teoría de la medición), los medios las difunden ampliamente, pero buscan más la nota periodística que una interpretación del sentido de tales resultados.

El sistema educativo mexicano no considera que las pruebas pueden ser un poderoso aliado en la construcción de las estrategias didácticas. Sí puede ser un aliado, pero ello requeriría concebirlas en una perspectiva de instrumentos que acompañen el desempeño docente y no en instrumentos que midan y gratifiquen (económicamente) su desempeño. Este es el problema nodal.

En México, la evaluación no retroalimenta, no tiene un carácter formativo como reclama la teoría de la evaluación, al contrario, tiene más un sentido judicativo (emitir juicios) y ahora con mayor claridad no sólo es un instrumento de premiación, sino que implícitamente lleva un sentido punitivo.

Para que las pruebas tuvieran un sentido de retroalimentación habría que construir espacios de reflexión con los docentes, como existen experiencias en otros países (Bertoni, Poggi Teobaldo, 1995), donde se hacen talleres con tres preguntas: ¿qué significan estos resultados?, ¿a qué se deben los resultados? y ¿qué debemos hacer? Esto implica establecer una visión pedagógica de los exámenes y superar la visión tecnicista que se está implantando en relación con ellos.

Un claro ejemplo de esta perspectiva tecnicista de los exámenes a gran escala es que desde que en México se ha aplicado, a través de la Dirección General de Evaluación, pruebas a gran escala, ya sea la prueba IDANIS, que en los años ochenta se aplicaba a estudiantes de sexto de primaria, la prueba que se llamó “factor de aprovechamiento escolar” desde 1994, como consecuencia de la implantación del Programa Carrera Magisterial. Se sabe que los resultados de los estudiantes no son los que se esperan. Sin embargo, todo queda en un dato estadístico, en una reunión de directivos, sin impacto en el aula.

Afirmé que la prueba ENLACE y la evaluación son el eje de la reforma educativa actual. El mensaje que envía el gobierno federal es contradictorio: una prueba cuyos resultados se utilicen para diseñar cursos de mejoramiento para los docentes, lo cual puede ser positivo y, al mismo tiempo, establece un nuevo estímulo económico a los resultados de la evaluación, con lo cual reitera los vicios que tiene la evaluación mexicana: estar ligada a dinero.

Este eje va a producir cambios en la práctica pedagógica. De hecho, ya los está produciendo, aunque no necesariamente en el sentido que esperan las autoridades federales y educativas.

Vamos a tener más evaluaciones, más información del logro educativo de los alumnos, de los maestros, de los planteles escolares; se espera que esta información se ofrezca en la página de la SEP antes del siguiente ciclo escolar.

Pero estamos reproduciendo todos los vicios que se señalaron en un artículo de 1977: “La computadora atonta la enseñanza”, en el cual se decía que cuando se apuesta sobremanera a las pruebas a gran escala suelen acontecer cosas como: a) entrenar a los alumnos en la resolución de este tipo de instrumentos, entrenarlos en la lógica de pensamiento de buscar cuál es la respuesta adecuada; cuál es la respuesta lógica, descartar las respuestas que en principio no parecen factibles e, incluso, cuando se han descartado algunas opciones analizar si se sabe la pregunta anterior y posterior, pues si en la pregunta 1 la respuesta es b y en la 3 es c, técnicamente en la 2 sólo puede ser a o d (si tiene 4 opciones). Y en caso que esto no se conozca entonces utilizar el sistema de azar; b) entrenar a los alumnos para resolver preguntas similares a las que van a venir en la prueba. De esta manera la industria editorial empieza a construir un mercado de textos exclusivamente elaborados con preguntas cerradas, lo más parecidas a la prueba que se aplicará.

En México ya acontece con la publicación de una edición de la prueba ENLACE 2007, o la elaboración de un mayor número de manuales. En algunos países, un tercio de las librerías especializadas en libros escolares venden manuales de mil preguntas para biología, o matemáticas, o física de segundo, tercer y cuarto grado. La lógica de este conocimiento es aprender a resolver los estímulos que se presentan en las pruebas.

Ello contradice otra expectativa del gobierno federal: construir un plan de estudios por competencias. Eso significaría cambiar radicalmente la mentalidad de los docentes, modificar la mentalidad de los formadores de los docentes, plantear el aula como un espacio experimental. Las pruebas a gran escala van a impulsar el aula cerrada, donde se ejercita un tipo de resolución de problemas, donde el éxito significa tener un buen puntaje en la prueba.

Un programa educativo con una meta a corto plazo (mejorar puntos en PISA, etcétera) producirá eso resultados eficaces, pero alejados de la otra parte del discurso presidencial, alumnos triunfadores, alumnos que tengan capacidades para integrarse a las demandas de la globalización. Dos proyectos educativos en un mismo
discurso.


* Investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE-UNAM).

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