octubre 24, 2008

■ Dispensa de trámites y oídos sordos a inquietudes, la tónica En menos de 4 horas se aprobó la reforma a Pemex


■ La protección al recinto alterno del Senado fue encabezada por el titular de la SSP

■ PAN, PRI, PVEM y casi todo el PRD imponen sus votos


Andrea Becerril y Víctor Ballinas

En un recinto alterno resguardado por el propio secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y más de cien policías federales, ya que el panista Gustavo Madero pidió el acceso de la fuerza pública al salón de sesiones, el Senado de la República aprobó ayer la reforma energética con los votos de las bancadas de PAN, PRI, Verde Ecologista y la mayor parte del grupo parlamentario del PRD.


Aunque los perredistas insistieron en que se estableciera con precisión y claridad en la legislación que Petróleos Mexicanos (Pemex) no concederá áreas exclusivas de exploración y explotación a un solo contratista, la mayoría lo rechazó, al igual que la propuesta del senador Pablo Gómez de eliminar los llamados bonos ciudadanos.

Las intervenciones de Rosario Ibarra, Dante Delgado, Ricardo Monreal, Graco Ramírez y Pablo Gómez, en favor de la demanda que en la calle enarbolaba en esos momentos Andrés Manuel López Obrador para impedir que las trasnacionales petroleras se apropien áreas completas en el Golfo de México, cayeron en el vacío, ya que priístas, panistas y legisladores del Verde las rechazaron sin siquiera discutirlas.

Los siete dictámenes que integran la reforma energética fueron aprobados en lo general y lo particular con el voto en contra de cuatro senadores perredistas –Ricardo Monreal, Yeidckol Polevnsky, Salomón Jara y Rosalinda López– y dos del PT –Rosario Ibarra y Francisco Javier Obregón. En dos de ellos, los que se refieren a la ley reglamentaria del 27 constitucional y la nueva ley de Pemex, los tres legisladores de Convergencia, Dante Delgado, Gabino Cué y Luis Maldonado, también votaron en contra.

Fue una sesión inédita, ya que es la primera vez en la historia moderna del Senado que una ley se vota en un salón copado por integrantes de las fuerzas públicas, de manera concreta elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), uniformados y vestidos de civil, que en todo momento vigilaron a los legisladores.

El plantón realizado desde poco antes de las 8 de la mañana fuera del recinto oficial del Senado, en Xicoténcatl, por los integrantes del Movimiento en Defensa del Petróleo, con López Obrador a la cabeza, hizo que la mesa directiva decidiera designar recinto alterno el quinto piso de la Torre del Caballito.

Ahí se llevó a cabo una sesión de menos de cuatro horas para aprobar, con dispensa de trámites y lo más rápido posible, lo que el panista Rubén Camarillo calificó como la reforma de Pemex más importante después de la expropiación petrolera de 1938.

Hubo pocos oradores, uno por cada bancada, para fijar posturas, todas con un denominador común: exaltar que no se trata de una reforma privatizadora. En nombre de las comisiones dictaminadoras, el priísta Francisco Labastida Ochoa formuló un resumen del contenido de cada dictamen y aprovechó para lanzarse en contra de la protesta que en esos momentos se llevaba a cabo fuera del edificio del Caballito, que estaba virtualmente sitiado por la fuerza pública.

Mientras el titular de la SSP, García Luna, vigilaba una de las puertas de acceso y decenas de elementos de la División Fuerza Federal de la PFP estaban apostados por todo el recinto y alrededor de la tribuna, Labastida sostuvo que “unos gritos y unos desplantes no rompen la vida institucional del país, ya que el Senado tiene la fuerza necesaria para resistir cualquier embate”. Expuso también que no se debe permitir “que las dictaduras imperen”, ya que “cuando las minorías tratan de imponer su criterio a las mayorías, eso se convierte en dictadura”.

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